Nick le había impuesto un matrimonio
que ella quería olvidar. Y a pesar de eso, nunca había sido tan considerado y
comprensivo como en las últimas semanas. Aunque no lo había visto en persona,
Nick la había llamado todos los días para asegurarse de que no le faltara de nada. Para empezar, una compañía
profesional se había encargado de la mudanza. Dottie y Sam estaban eufóricos
con la nueva casa de campo que les habían ofrecido y ya estaban instalados en ella.
Durante los últimos tres días todos los animales habían sido trasladados a la
nueva propiedad y se había contratado a un trabajador a tiempo completo para el
refugio.
Nick incluso le había mandado a Miley
un conjunto de ropa nuevo. Nick sabía que ella detestaba ir de compras y
probablemente había asumido que le haría ilusión. Pero Miley no se sentía
complacida en absoluto. El que Nick le comprase ropa le hacía recordar su fama
de mujeriego. Nick sabía más de vestidos y tallas de mujer de lo que ella consideraba
decente o aceptable.
Con ello en mente, Miley hizo una
mueca al ver el vestido de cuello halter y chaqueta estilo bolero que colgaban
detrás de la puerta. Definitivamente, no eran de su estilo. Era obvio que Nick
estaba dispuesto a comportarse como si el día fuera una ocasión especial. El
vestido también podía ser una pista de que, quizá, había preparado una fiesta
sorpresa. La recorrió un escalofrío al pensar que quizá tendría que saludar de
nuevo a los amigos y conocidos de Nick, vestida con un traje que tenía un
cierto parecido a un vestido de novia. La seda blanca de su nuevo vestido era
más elegante y sofisticada que el horrible satén con encajes que había llevado
a los diecinueve, pero aun así le recordaba a su vestido de novia.
Mientras subía a la limusina que
habían enviado para recogerla, la compañía de mudanzas llegó para empaquetar
sus últimas posesiones. Había unas cuantas revistas en el coche y se puso a hojear sin mucho
interés una de moda, hasta que la foto de un rostro familiar la hizo palidecer.
Era Cassia Morikis, que había aprovechado su talento como actriz en una serie
de televisión antes de casarse con una estrella del rock británica. La muerte
del cantante y la subsiguiente pelea por la herencia entre sus anteriores
mujeres e hijos habían lleñado unos cuantos titulares. Miley estudió el
exquisito rostro de Cassia tratando de encontrar una sola imperfección en su
belleza. No lo consiguió: Cassia era increíblemente hermosa.
La maldad de Cassia no se reflejaba
en su rostro, pensó Miley. En el día de su matrimonio con Nick, Cassia había
intentado superarla en todos los aspectos. Cassia había vestido de blanco y,
por supuesto, el vestido le había sentado mucho mejor que a ella el suyo. Todo
el mundo sabía que Cassia había sido la novia de Nick un mes antes y, por
tanto, había disfrutado del apoyo de todos sus amigos.
Cassia-.Eres una gran chica en todos
los aspectos, Miley -le susurró aquel día con su dulce voz cuando nadie más la
escuchaba-. Esta noche en la cama, el pobre Nick no podrá cerrar los ojos y
fingir que está conmigo.
Miley-. Para ya! -le exigió mortificada.
Cassia-.Parar no es precisamente lo
que vamos a hacer Nick y yo. Disfruta tu anillo de bodas. Es todo lo que
obtendrás de él - le dedicó una maliciosa sonrisa-. ¿Por qué crees que no os
vais de luna de miel? Nick dice que no quiere pasar tanto tiempo sin mí.
Miley sintió un escalofrío al revivir
ese venenoso recuerdo del pasado. Después de hablar con ella, Cassia le
demostró su poder sobre Nick. Cuando Miley notó que Nick no estaba, no pensó
que se lo fuera a encontrar con la hermosa rubia. Pero toda la fe que pudiera
haber tenido en su novio se vino abajo cuando lo vio en los brazos de Cassia.
Ahora, Miley estaba dispuesta a aceptar la explicación que Nick le había dado
hacía unas cuantas semanas. Tal vez fuera cierto que Cassia hubiera sido la
instigadora. Tal vez Nick había tratado de rechazarla. Tal vez.
Desafortunadamente, ella no había estado allí el tiempo suficiente para
comprobar si era cierto.
La limusina llegó finalmente a
Oakmere Abbey. Miley abrió la puerta del coche y pisó la alfombra roja que
conducía hacia la entrada principal de la casa. Por un instante se sintió un
poco mareada por tanto protocolo, pero la sorpresa se desvaneció al momento
debido a su impaciencia por averiguar qué reformas habían hecho en la casa. Una
semana antes, Nick había contratado todo un ejército de limpiadores y
decoradores para hacer habitables unas cuantas habitaciones. Aunque él había
insistido en que quería sorprenderla, Miley temía que hubiera estropeado la
atmósfera de la casa con colores y muebles inapropiados.
La puerta principal estaba
completamente abierta. Entró muy lentamente y sonrió de inmediato al ver que el
fuego estaba encendido en la chimenea del gran recibidor. Había un precioso arreglo floral sobre la
mesa y un par de confortables sillas antiguas alrededor de ésta.
Nick-. Qué te parece?
Miley se giró, notando cómo la seda
de su vestido le rozaba las piernas y vio a Nick entre las sombras de la pared.
La luz que traspasaba las vidrieras le iluminaba el pelo negro y los perfectos
rasgos de su rostro. Miley se quedó sin aliento y tartamudeó:
Miley-. Yo.. yo...
Nick-. Estás fantástica con ese
vestido -la interrumpió Nick, recorriéndola con sus ojos de la cabeza a los
pies.
Miley-. No hace falta que hagas
ningún cumplido
Nick-. Pues claro que sí. Lo que hace falta es que los
escuches - estrechó su mano con determinación y condujo a Miley hacia el espejo
que había en la pared-. Tienes que aprender a mirarte tal y como yo te veo.
Miley-. No tengo por qué hacerlo. Nunca me han gustado los
halagos - cerró sus ojos, elevando su barbilla con un gesto desafiante.
Nick-. No es un halago - la estrechó contra
su musculoso cuerpo-. Por primera vez llevas puesto algo acorde con tu cuerpo
divino.
Miley tuvo que abrir los ojos para
ponerlos en blanco y expresar lo poco que le había impresionado el cumplido.
Miley-. Mi cuerpo no es...
Nick-. Sabes por qué no me caía bien
tu madre? -los oscuros ojos dorados de refulgían con fiera impaciencia-. ¡Le
gustaba demasiado menospreciarte y decirte lo normal que eras! Pero mira tu
cara, tu estructura ósea... ¡y tu glorioso cabello!
Perpleja ante el discurso de Nick, Miley
abrió y cerró la boca un par de veces y miró su imagen en el espejo.
Nick-. Tienes un cuerpo para morirse
-le informó, deslizándole las manos por el pecho hasta sostenerle con ellas los
senos de una forma tan sensual que consiguió escandalizar a Miley -. Lo adoro.
Miley-. En serio...? -preguntó,
mirando su reflejo como si estuviera hipnotizada mientras las firmes manos de
Nick se desplazaban por su vientre antes de bajar rozando por el costado de sus
voluptuosas caderas.
Nick-. No te has dado cuenta tú sola?
- empujó a Miley hacia atrás para que pudiera notar en la espalda la rigidez de
su entrepierna.
Las mejillas de Miley se llenaron de
color al tiempo que la inundó una tremenda satisfacción femenina.
Nick-. Si digo que eres atractiva...
es que eres atractiva -dijo dejando que sus labios recorrieran el cuello de Miley
-. Pero ahora, tenemos algo más importante que hacer. En la habitación de al
lado el sacerdote que nos casó hace ocho años está esperando para bendecir
nuestro matrimonio.
Sorprendida por el ardoroso
interludio que acababa de tener lugar y con las piernas todavía temblorosas, Miley
se sintió aún si cabía más desconcertada.
Miley-. Perdón? ¿Qué acabas de decir?
Nick-. Dijiste que te sentías como si
no estuvieras casada conmigo... Pensé que la bendición del sacerdote podría
mejorar la situación.
Asaltada por un ataque de furia, Miley
selló sus labios para no estallar delante de Nick y concentró su mirada en las
antiguas baldosas del suelo. ¡No podía dar crédito a todos los intentos que
estaba haciendo Nick por impresionarla! No después de que hubiera utilizado el
chantaje para hacer que siguiera casada con él. ¡Y ahora solicitaba la
bendición de un sacerdote para ratificar el chantaje!
Nick-. Es mi manera de demostrarte
que quiero comprometerme a hacer que nuestro matrimonio funcione -dijo sin la
menor sombra de vergüenza o arrepentimiento.
Miley-. Pero yo no quiero
comprometerme a ello
Nick-. Date tiempo y querrás... - la
observó con ojos resplandecientes y una agresiva expresión en la línea cuadrada
de su mentón.
Miley no dijo nada, ya que le parecía
que no era el momento ni el lugar de iniciar una discusión. El venerable padre
Vasos les saludó con gran amabilidad. Toda su persona irradiaba honestidad y
eso tocó algo en el interior de Miley, haciendo que se estremeciera. ¿Cómo
podía recibir una bendición si cualquier palabra que se dijera no tenía sentido
ya para ella? ¿Cómo podía seguir negando que aún amaba a Nick? ¿Sería de verdad
tan estúpido darle otra oportunidad? Cuando introdujo un nuevo anillo de boda
en el dedo de Miley, sintió un hormigueo de emoción en la garganta. Después de
que acabara la ceremonia, Miley ya no sabía qué pensar y ya no estaba tan
segura de seguir queriendo resistirse a Nick.
Nick la condujo a otra habitación
donde se había dispuesto una mesa con mantel de lino y cubertería de plata.
Miley-. Sólo para nosotros dos?
Nick-. Tres es multitud y te quiero
para mí solo.
Miley-. Y quién cocina? - se había
decidido a no mostrar su sorpresa por los elaborados preparativos que Nick se
había tomado la molestia de organizar.
Nick-. Hice que un chef de París
volase hacia acá. Esta vez quiero que todo salga perfecto, glikia mou -le dijo sin
dudar un momento-. Te mereces lo mejor.
Las velas fueron encendidas por un
grupo de sirvientes tan discretos y silenciosos como las sombras. La comida
estaba deliciosa. Miley picoteó de los diferentes platos, mientras escuchaba
las melodiosas subidas y bajadas de entonación en la sensual voz de Nick,
reconociendo que, después de todo, la compañía era inmejorable. De vez en
cuando echaba un vistazo a los duros y bronceados rasgos de su cara, a sus
hechizadores ojos o la hermosa forma de sus labios. El corazón de Miley comenzaba
a galopar y, entonces, centraba de nuevo la atención en la comida, lamentando
el hecho de que, de cuando en cuando, se pusiera a fantasear como una
colegiala.
Al poco, su atención se desviaba de
nuevo y pasaba a centrarse en su nueva y reluciente alianza. Había sido un
regalo muy tierno que ella apreciaba mucho, porque hacía mucho tiempo que ella
había abandonado su anterior alianza en Atenas. Al estudiar la delgada banda de
platino del anillo, la máscara de cinismo de Miley amenazó con venirse abajo y
se preguntó si era posible que a un leopardo se le cayeran las manchas y se
transformase en un marido fiel, dispuesto a abrazar un hogar y una familia.
Nick-. Hay suficiente comida?
Miley asintió, con temor a que, si
hablaba, el hechizo con que Nick la había encantado se rompería.
Levantándose de un salto, Nick le
tendió la mano. Ella le dio la suya sin siquiera pensar en ello.
Nick-. Bailemos
Miley-. Cómo vamos a bailar? -se rió mientras
él la sacaba de la habitación.
Y entonces empezó a escuchar la
música. Miley se encontró con la jovial mirada de Nick y le preguntó
sorprendida:
Miley-. Hay músicos ahí arriba?
Nick-. Están tocando para nosotros
-abrazándola, la hizo girar sin dejar que tomase aire-. Hace ocho años te
negaste a bailar conmigo.
Miley-. Me daba mucha vergüenza bailar
delante de tantos invitados. Pero tal vez si no me lo hubieras pedido tan sólo
una vez...
Nick-. Me hacía el duro. No sabía qué
otra cosa hacer. Todavía era un crío y mi orgullo estaba herido. Tu abuelo te
había comprado un marido y todo el mundo lo sabía...
Miley-. Oh, no, Nick... ¿Cómo pudiste
pensar eso? No tuve elección, igual que tú.
Nick-. Mis amigos me decían que tenía
mucha suerte por casarme con una heredera rica. Después de todo, Theo era, y
sigue siendo, más rico que Creso y mi padre estaba al borde de la bancarrota.
Me sentía como si el dinero de Theo hubiese comprado mi cuerpo y mi alma para
ti. Odiaba esa sensación -admitió preguntándose por qué ella era tan sincera
con otras cosas y, sin embargo, seguía fingiendo que no había tenido elección a
la hora de casarse con él-. No fui feliz hasta que pude pagarle a Theo hasta el
último centavo que prestó a mi padre.
Miley se sentía afligida.
Miley-. No... no puedo creerlo
-protestó, sintiendo de corazón lo que Nick estaba contándole, ya que nunca se
le había ocurrido mirar las cosas desde su punto de vista-. Si hubiera sabido
que te sentías así, me habría muerto.
Nick-. Pues así es como me sentía,
pethi mou - la miró con ojos tristes.
Miley-. Demasiado orgullo
Nick-. Tal vez. Tengo que admitir que
cuando Theo me dijo el mes pasado que te había quitado de su testamento, me
sentí muy aliviado. En cierto modo nos dejó a los dos libres de su
interferencia.
Miley-. Hmm... - le encantaba la
forma que tenía Nick de hacerla bailar al ritmo de la música. Se sentía como si
sus pies no tocaran el suelo-. Ojalá nuestra boda hubiera sido así.
Nick-. Ésa era mi intención. Hacer de
nuevo las cosas como deberían haber sido antes –afirmó inclinando su anguloso
rostro para besarla.
Miley se estremeció.
Nick-. El beso no estaba previsto en
mis planes. Quiero que todo salga perfecto esta vez. Todavía tenemos que cortar
la tarta, beber el champán...
Miley le agarró de las solapas del
traje, se puso de puntillas y le susurró febrilmente:
Miley-. Podríamos llevarnos la tarta
y el champán a la cama...
Estupefacto, Nick se puso
repentinamente tenso y la miró con los ojos abiertos como platos:
Nick-. Miley Angelis... ¿Qué te ha dado?
Miley arrimó su cabeza a la pechera
de la chaqueta de Nick y se dejó embriagar por el olor de su marido. Se sentía
débil por causa del deseo.
Miley-. No lo sé -le confesó-. Pero
si lo que quieres es perfección, quizá sea un error seguir tan meticulosamente
tus planes...
Nick estalló en carcajadas y, sin
decir palabra, la condujo al dormitorio.
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