LA limusina subió por un largo camino flanqueado por una valla
de madera y se detuvo en lo alto de una colina. Era el lugar perfecto para
obtener una vista de la antigua propiedad que se erguía en medio del vergel.
La única ocupante de la limusina, Miley,
salió del coche decidida a no sentirse impresionada, pero descubrió, al abrir
la puerta, que la vista la estaba sobrecogiendo. Nunca le habían interesado
demasiado las casas, pero nunca había visto una como Oakmere Abbey antes. Tenía
techos de diferentes alturas y chimeneas majestuosamente altas que hacían juego
con la piedra antigua de las paredes. Desde lejos, la casa exhibía una belleza
y una calidez que encontró enormemente atractivas.
El teléfono del coche empezó a sonar
y Miley se apresuró a contestarlo.
Nick-.Qué tal la primera impresión?
-preguntó desenfadadamente; su acento griego le puso la piel de gallina a Miley.
Miley-. Me gusta el paisaje -no
quería darle una respuesta entusiasta.
Nick-.Mira, la reunión se alargó un
poco. Todavía estoy a una hora de camino. ¿Por qué no echas un vistazo primero
a la finca y a los edificios de la granja? Luego veremos la casa juntos.
El chófer, que evidentemente había
recibido instrucciones, condujo a Miley hacia la granja, donde la estaba
esperando el administrador para ofrecerle una visita guiada. Sólo había
transcurrido una semana desde que Nick prometiera encontrar una nueva casa para
el refugio y, aunque admitía no sentir demasiada atracción por los edificios
antiguos, la nueva casa, una antigua abadía, cumplía con lo que él consideraba
los requisitos más importantes. Cercana a Londres y deshabitada en la
actualidad, la abadía tenía terrenos bastante amplios así como cuadras y otros
edificios para los animales.
Nick, que estaba acostumbrado a
mujeres que nunca le ponían en el brete de tener que ir a buscarlas, encontró
a Miley en el establo situado detrás de la casa. Con su cabellera de color
castaño ondeando al viento y una mano metida en el bolsillo de una ajada
chaqueta verde, Miley estaba sentada sobre una bala de heno en un establo
abierto, jugueteando con un perro y charlando animadamente con el administrador
de mediana edad. Sonriente y alegre, Miley resultaba increíblemente
atractiva y llena de vida. Entonces vio a Nick e instantáneamente se puso tensa
y desapareció la sonrisa que hasta el momento había iluminado su rostro. Dicha
reacción hizo sentir a Nick como si fuera el hombre del saco.
Después de saludar al administrador,
Nick tocó a Miley con un gesto bien calculado como dándole a entender que
debía aceptar el cambio en su relación.
Nick-.Vayamos a ver la casa... Le
dije al agente inmobiliario que preferíamos verla solos.
Saltando del montón de heno, Miley se
preguntó si algún día su corazón dejaría de brincar al ver a Nick. Cada vez que
veía sus rasgos bronceados algo se agitaba dentro de ella. Nick era
increíblemente atractivo, siempre lo había sido. Pero además tenía algo muy
especial que provocaba en ella el deseo de lanzarse a sus brazos. Intentando
apartar su atención de Nick, Miley consideró que, si no aprendía a
controlar sus reacciones ante el atractivo físico de Nick, se humillaría a sí
misma y sufriría demasiado. Ignoró la mano de Nick, que todavía estaba posada
sobre su hombro, y metió las suyas en los bolsillos. «Resistencia pasiva», se
dijo. «No permitiré ningún tipo de contacto físico. Tengo que tener cuidado. Si
le animo, aunque sea sin querer, se aprovechará de mí. Es como si le hubieran
programado para aprovecharse de cualquier oponente estúpido y débil. Si no
tengo cuidado y le mantengo a distancia, pronto estará agitando un aro delante
de mis narices o chasqueando un dedo para hacerme saltar».
Nick-.Qué piensas? -le preguntó directamente, consciente
de que se sentía incómoda en su presencia.
La calidez natural de Miley se había evaporado. ¿Qué
le ocurría? La había presionado un poco para salvar el matrimonio. Él estaba
dispuesto a hacer el esfuerzo y sin embargo ella no. ¿Por qué? Estaba enamorada
de Liam Burleigh. No había otra respuesta.
Miley-. Los terrenos son enormes...
El refugio sólo ocupará una pequeña parte de ellos. Una propiedad como ésta debe
de costar una fortuna.
Nick-.Puedo permitírmelo. El entorno
es inmejorable.
En silencio, caminaron hacia la
puerta principal de la casa. Las paredes del gran recibidor estaban repletas de
elaborados grabados y en el suelo había enormes losas. Nick frunció el ceño.
Nick-.Será muy frío en invierno.
Miley estaba admirando la gran
chimenea de piedra que tenía grabada una fecha del siglo XVI.
Miley-. Tampoco es bueno para la
salud demasiado calor -le dijo con una mueca irónica, adelantándolo para
explorar una vasta sala de estar con vistas a los bosques-. Esta vista es
impresionante. Es como si no estuviéramos en el siglo XXI.
Nick, que se sentía bastante apegado
al siglo XXI y a toda su tecnología, supo mantenerse callado. Se dio cuenta de
que Miley, que se apartaba de él en cuanto lo rozaba con su sombra, estaba
empezando a sentirse en empatía con la antigua arquitectura que la rodeaba. Las
habitaciones, cuya decoración no guardaba la menor armonía con el resto de la
casa, recibían inmediatamente el adjetivo de «deliciosas» y cada vez que Miley
veía una chimenea ennegrecida por el humo soltaba una exclamación. La cocina,
que era prácticamente un pajar, la calificó de «pintoresca» e informó a Nick
que la falta de calefacción, electricidad y fontanería era previsible. Caía en
éxtasis al entrar en habitaciones con vidrieras cuyo aspecto le parecía a Nick
bastante lúgubre, y no veía ningún problema en la práctica ausencia de cuartos
de baño.
Miley-. Dios mío... ¡el dormitorio
principal es increíble! -exclamó al ver la bañera antigua que había en un
rincón de la alcoba y el marco de la ducha victoriano-. ¿No te parece
increíble?
Nick examinó los muebles antiguos:
«increíble» no era la palabra que le venía a la mente. Francamente, estaba
horrorizado. En su opinión, todo lo que habían visto estaría mejor en un
desguace. Su apartamento poseía una piscina y una sauna; los baños tenían todas
cabinas de hidromasaje y jacuzzi. No se imaginaba la vida de otra manera.
Nick-.La abadía es más pequeña de lo
que pensaba. El edificio necesita una ampliación, pero esta propiedad es
patrimonio arquitectónico y será un quebradero de cabeza conseguir que aprueben
cualquier reforma.
Sin prestar atención a lo que
decía, Miley apartó su mirada del baño y caminó por el polvoriento corredor.
Miley-. Creo que doce habitaciones
son suficientes. Pero si crees que no, en la parte de atrás hay un edificio muy
bonito que solía usarse como alojamiento para el servicio doméstico. No será
difícil construir un acceso desde el edificio principal.
La propuesta de Miley no causó
la menor reacción en el rostro de Nick.
Nick-.El estado de la casa es mucho
peor del que me esperaba
Miley, que parecía no darse cuenta de
las críticas de Nick, acarició con veneración una moldura de madera.
Miley-. Con unas pequeñas reformas
aquí y allá bastará -dijo Miley.
Nick-.Aquí y allá? –repitió sin dar
crédito a lo que estaba oyendo-. ¡Pero si esto ha estado abandonado desde 1920!
Miley-. Y no te parece maravilloso?
Nadie ha tocado la casa en todo ese tiempo. Todo es auténtico -dirigió una
mirada soñadora hacia Nick-. Además ha sido una casa feliz... Lo siento así.
Mientras añadía otro cero a la cuenta
de lo que le iba a costar Oakmere, Nick cayó en la cuenta de que Miley le
estaba sonriendo.
Nick-.Te gustaría vivir aquí?
-preguntó
Miley-. Oh, sí... -no albergaba
ningún tipo de duda.
Se había enamorado de la casa a
primera vista. Sólo le había pasado lo mismo en otra ocasión: cuando se enamoró
de Nick ocho años atrás. Esa experiencia se convirtió en algo que le había
traído mucha infelicidad pero, afortunadamente, estaba convencida de que amar a
un puñado de ladrillos y cemento era mucho más seguro y provechoso. Era muy
consciente de que Oakmere estaba muy lejos del estilo al que Nick estaba
acostumbrado. El lujo y lo contemporáneo le gustaban a Nick mucho más que los
edificios históricos. Pero aquello no la preocupaba en absoluto. Después de
todo, la abadía iba a ser para ella y sólo para ella. Cuando rompieran, tenía
intención de reclamarla como parte del acuerdo de divorcio.
El que a Miley realmente le
gustase la casa llenaba a Nick de una inmensa satisfacción. Había hecho una
buena elección. Observó cómo Miley acariciaba el pasamanos de la escalera
igual que si se tratara de un ser vivo en busca de afecto. Le faltó poco para
echarse a reír: era la mujer más tierna y femenina que jamás había conocido. La
mirada de preocupación que Miley tenía en el rostro espoleó la curiosidad de
Nick:
Nick-.En qué estás pensando?
Miley-. En nada importante... -un
sonrojo de desconcierto apareció en las mejillas
Nick-.Apuesto lo que quieras a que
estás pensando en nosotros... -dijo con una ardiente sonrisa en la boca-. En
nosotros dos... viviendo aquí, pethi mou.
Aunque sintió una chispa de
culpabilidad al oír a Nick, su sonrisa hizo que una llama le ardiera en el
estómago.
Miley-. Tal vez...
El silencio era tan denso, que podía
cortarse con un cuchillo. Miley se encontró con el resplandor dorado de
los ojos de Nick y, de repente, se volvió consciente de cada centímetro de su
cuerpo de mujer. Miley irguió la espalda en un intento de aliviar el picor
que le recorría los senos.
Apoyando la mano en la pared cerca de
la cabeza de Miley, Nick se inclinó para besar la comisura de sus labios. Con
un gemido apenas audible, ella giró la cabeza buscando a ciegas un contacto más
directo. El aliento de Nick acariciaba su mejilla mientras jugueteaba con los
labios de ella rozándolos con su lengua.
Miley-. Nick... -se inclinó hacia
delante pidiéndole más, ardiendo por probar de nuevo el sabor de su boca.
****Señor Angelis? -dijo una voz
masculina que venía desde el gran recibidor.
De vuelta al mundo real, Miley
se apartó de Nick empujándolo hacia delante.
Nick-.Tranquila, es el agente
inmobiliario. Ven a casa conmigo.
Sonrojada de pies a cabeza Miley
gritó:
Miley-. Ni en sueños! -y se dirigió
al encuentro del agente.
Nick se acarició el cabello con sus
impacientes dedos y dejó escapar un suspiro prolongado. Había obligado a Miley a
aceptar sus términos, pero no había tenido demasiada paciencia con ella. Sin
embargo esperaba que pronto apareciera de vuelta la Miley que él conocía, esa
mujer agradable, serena y de buen corazón. La mujer con la que ahora trataba
era pasional, obstinada e iracunda hasta un punto que jamás hubiera creído
posible.
Miley respiró profundamente el
exquisito aroma de su ramo de rosas. Y sin embargo, su ceño tenía una expresión
llena de ansiedad y sus ojos estaban llenos de lágrimas. En el transcurso de dos horas, Miley tenía que abandonar la
granja de Craighill para siempre y mudarse a su nueva residencia en Oakmere
Abbey. Desde ese momento, empezaría el periodo de prueba que Nick la había
obligado aceptar para su matrimonio. Sin embargo, Miley estaba dispuesta a
luchar por aquello en lo que creía. No podía cometer de nuevo el error de
engancharse emocionalmente a él. Un marido infiel, que le rompía el corazón y
la humillaba, jamás la haría feliz, tuvo que reconocer. Esa era la razón por la
que había visitado a su ginecólogo para que le recetara píldoras anticonceptivas.
No se arriesgaría de nuevo a quedarse embarazada.
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