lunes, 3 de noviembre de 2014

DINASTIA GRIEGA CAP 19



Una fila de coches muy caros se alineaba en la entrada de la villa palaciega de Robert Donnington en las afueras de Florencia.

Miley-.Yo pensaba que esto iba a ser una comida informal para unas pocas personas - con sofoco.

Era demasiado consciente de que su vestido de paseo no podría competir con las ropas que llevaran puestas los dueños de los coches y, sin embargo, no hizo ningún comentario al respecto. No era culpa de Nick que se hubiera tomado la palabra «informal» demasiado literalmente.
Nick-.Eso es lo que decía en la invitación. Pero a la hija de Robert, Chantal, le gustan demasiado las fiestas -respondió con aire preocupado.

Durante un momento, Nick se puso a pensar en que Theo Demakis estaba intentando reunir últimamente todas sus armas financieras para derribarlo. Theo no tenía idea de que el matrimonio que había patrocinado por fin estaba dando sus frutos. Nick había hecho todo lo posible por mantener el secreto, ya que quería alejar la maligna influencia de Theo de sus vidas. Por eso, era consciente de que tenía que ir a Londres cuanto antes para planear la batalla que estaba por venir. El tiempo que había pasado en Italia le había dejado más expuesto a las argucias de Theo. Sin embargo, Robert Donnington le daría su respaldo. El banquero ya había advertido a Nick de que la venta del yate para acelerar la compra de Oakmere Abbey había sido un error, ya que había empañado su imagen y revelado un flanco débil. Y aun así, si le hubieran dado la oportunidad de ir hacia atrás en el tiempo y hacer las cosas de otra manera, habría hecho exactamente lo mismo. La abadía era el sueño de Miley hecho realidad e, igual que la luna de miel, una compensación bastante pequeña por todas las decepciones que había sufrido en el pasado.
Cuando Chantal Donnington salió para saludarlos, Miley se sintió tensa. Reconoció inmediatamente a la anfitriona como una de las ex de Nick. Su entusiasta bienvenida no encajaba con la frialdad de los ojos. Con la excusa de hacer que Nick se encontrase con su padre en la sala de billar, separó a marido y mujer.
Sola en la grandiosa terraza con una bebida alcohólica que no quería tomarse, Miley tenía demasiado calor incluso en la sombra. El calor de mediodía era insoportable. Se empezó a preguntar si el periodo estaría a punto de llegarle, ya que llevaba unas semanas retrasada. ¿Sería por culpa de la píldora? ¿Qué posibilidad había de que la píldora no hubiera funcionado y se hubiera quedado embarazada? No, eso era .una tontería; se dijo, exasperada.
Antes de que pudiera ponerse a pensar por qué no se encontraba con su energía habitual de todos los días, Chantal Donnington llegó y le dijo:

Chantal-.Deja que te presente a un par de invitados que se mueren por conocerte...
Los ojos de Miley se abrieron de par en par al ver que una belleza de pelo negro con una falda escandalosamente corta se aproximaba hacia ella. La morena estaba acompañada por una rubia vestida con un traje suelto que sólo una mujer muy delgada podía aspirar a ponerse. A no ser que estuviera equivocada, y la memoria de Miley era bastante buena, estaba a punto de conocer a otras dos de las antiguas amantes de Nick. El antagonismo femenino que había en el aire le puso la piel de gallina.

****-.Hola, soy Jenna Mardsen -anunció la morena.
++++-.Zoe Amberley -dijo la rubia con una sonrisa desafiante-. Quizá no te has dado cuenta de que aquí todas tenemos algo en común.
Miley-.Nick... -prefirió no fingir ignorancia.
Zoe-.Nick Angelis es un tipo extraordinario -la picardía que había en su tono hizo que la tensión de Miley aumentara-. Totalmente inolvidable.
Chantal-.Sí, de verdad que está a la altura de su legendaria reputación - descansó sus despreciativos ojos verdes en el rostro de Miley.
Miley-.Verdad que sí?
Jenna-.Cuando Chantal mencionó que su esposa vendría a la fiesta, Zoe y yo decidimos que teníamos que conocerte -dijo a la defensiva, dando a entender que ella también se sentía incómoda por la tensión que había en el aire-. ¿Cómo es estar casada con él?
Miley-.Algo fabuloso.

Miley trataba de no verse acobardada por el hecho de que tenía a su lado a tres mujeres que medían unos treinta centímetros más que ella. No era tanto eso, sino la belleza física de las tres lo que la acobardaba. Todas esas comparaciones que temía tanto podían hacerse ahora allí, a la luz del día, con sólo mirar a las cuatro. Ellas tenían caras perfectas y delgados cuerpos sin un gramo de grasa. Ninguna mujer corriente podía soportar tal contraste. Nick iba a darse cuenta de que se merecía algo más que una mujer como ella. Y, sin embargo, ¿no la había elegido Nick por su propia voluntad?

Zoe-. Yo no podría soportar estar casada con un hombre tan mujeriego
Chantal-.Yo tampoco. Soy demasiado orgullosa

Miley exhibió una respetuosa expresión de sorpresa ya que, por lo que ella sabía, Nick nunca había dado su atención exclusiva a ninguna de sus amantes. Ni siquiera había fingido hacerlo.
Zoe-.Cualquier otra mujer se hubiera divorciado de Nick hace mucho tiempo -se burló.

Miley sólo podía pensar en lo mucho que Nick había luchado por salvar el matrimonio y una pequeña sonrisa secreta se asomó en sus labios a modo de respuesta.
Cuando Nick salió de la villa y vio a las tres mujeres que rodeaban a Miley, se quedó rígido. No podía ser coincidencia que otras dos de sus ex se encontraran presentes en un evento social en Italia. Le enfureció pensar que, por culpa de sus pecados, Miley podía haberse convertido en una víctima propiciatoria. Los músculos se le pusieron tensos de furia y, con un rostro inexpresivo, se dirigió hacia la terraza.
Nick-.Señoritas... Zoe, Jenna -saludó frío como el hielo, rodeando con su brazo los hombros de Miley -. Si nos excusan...

Desconcertada por la súbita aparición de Nick, Chantal dejó que se le escapara una risa forzada.
Chantal-.Sentíamos curiosidad, Nick. Por Dios, no es necesario que vengas corriendo a rescatar a tu mujer de nuestras garras. Lo único que queremos saber es... ¿qué tiene Miley que no tengamos nosotras?
Nick-.Que nunca olvida lo que es ser una dama -su boca esbozó una sonrisa afilada como una cuchilla.

Mientras las tres mujeres afrontaban el golpe que Nick les acababa de dar, éste se llevó a Miley fuera de escena para presentarle a Robert Donnington y, poco después, empezó a servirse la comida. En la mesa, Nick y ella se sentaron separados.
Jenna estaba sentada al lado de Miley.
Jenna-.Me costó tanto superar lo de Nick. Después de él empecé otra aventura que también salió mal...
Miley-.Eres muy guapa. Seguro que encuentras a alguien
Jenna-.Pero a nadie como Nick -se lamentó la exquisita morena.
Miley-.Tienes que pensar en lo que menos te gustaba de él
Jenna-.Nunca llamaba,... nunca quería ir a las fiestas, el trabajo siempre era lo primero –su rostro estaba marcado por la preocupación.

Sin poder creerlo, media hora después, Nick miró hacia el lado de la mesa donde estaba sentada Miley y la vio riéndose con Jenna Mardsen como si ésta fuera su mejor amiga.
Miley levantó la mirada y se encontró con los ojos de su marido. Sus mejillas se tiñeron de color. Los ojos de Nick no se apartaron, manteniendo la atención sobre ella y, entonces, empezó a sentir un tibio estremecimiento en la región de la pelvis. Mientras Jenna seguía contándole capítulo por capítulo la historia de desencuentro amoroso más reciente, de tanto en cuanto, volvía a dirigir su mirada hacia Nick. Descubriendo de nuevo sus miradas robadas, Nick le regaló una sonrisa preñada de significado erótico que la dejó hipnotizada e hizo que su cuerpo ardiera.
Cada vez le resultaba más difícil a Miley mantener la atención en la historia que Jenna estaba contándole. Mortificada por el cosquilleo que empezaba a sentir en la zona de sus senos, Miley dejó de mirar en dirección a Nick, aunque le resultaba un auténtico castigo tener que negar sus impulsos de esa manera. Lo deseaba. Y el deseo convertía a Miley en una desvergonzada. No podía dominar lo que sentía por Nick. «La voluptuosidad y el goce», pensó Miley, «están acabando con mi autocontrol».
Se empezaron a servir más bebidas y, sin previo aviso, Nick apareció a su lado. Sin dar a Miley la oportunidad de explicar sobre qué estaba hablando con Jenna, la ayudó a levantarse de su asiento.

Nick-.Les he dicho que tengo el jet preparado y que tenemos que marcharnos ya
Miley sabía que un asunto de negocios les obligaba a irse de Italia un día antes de lo planeado. Se sintió un poco decepcionada, pues había disfrutado cada minuto del tiempo que había pasado en la villa. Había sido feliz por tener a Nick junto a ella durante toda la luna de miel y lamentar la pérdida de un solo día era algo infantil e ingrato, se dijo a sí misma. Al abandonar la terraza, Miley fue consciente de que Chantal y Zoe miraban a Nick con deseo. A Miley le chocó presenciar tan evidente exhibición de sus sentimientos.
Pero, en lo que se refería a Nick, ¿era ella más fuerte o juiciosa que Zoe y Chantal? ¿No miraba ella a Nick de la misma manera? De repente, la duda y el miedo hicieron presa de ella. Hacía apenas tres semanas, Nick era su enemigo, o al menos ella lo había visto así. Entonces, había puesto todas sus defensas en su sitio, lista para enfrentarse a él. Pero Nick había conseguido triunfar sobre sus miedos e inseguridades gracias a una serie de simples, pero sutiles, movimientos. Le había regalado una gloriosa luna de miel en Italia. Le había dado a conocer una pasión indecente que jamás se hubiera imaginado que podría haber existido, y ella se había convertido en el único objeto de su atención. Siendo así, ¿era de extrañar que la tuviera comiendo de su mano? ¿Iba ella a dejar que esa humillante situación continuara?
Nick detuvo el Ferrari apenas llevaban un par de millas recorridas.

Nick-.Ven aquí... -le dijo a Miley con impaciencia
Miley-.Qué? ¿Qué pasa? -sumida en sus reflexiones, se vio arrastrada de nuevo al mundo real.
Nick-.Que qué pasa? - le quitó a Miley el cinturón de seguridad y le apretó con fuerza los brazos-. No pasa nada. Una mujer que consigue excitarme en público sólo con dirigirme su mirada es un regalo, no un problema. Te saqué de la fiesta antes de que mi comportamiento empezara a ponerte en evidencia...

Ahora descubría Miley cuál era el verdadero motivo por el que se habían ido tan pronto de la fiesta: la lujuria. Recordó su manera de mirarla. Con los ojos abiertos por eldesconcierto, Miley se sonrojó hasta la punta del cabello.
Miley-.Quieres decir que no tenemos prisa por ir a la casa para hacer el equipaje e ir al aeropuerto?
Nick-.Tenemos prisa... pero no por llegar al aeropuerto. Primero deja que pruebe cómo sabes, pethi mou.

Nick inclinó su arrogante cabeza y jugueteó con el labio inferior de Miley, besándolo y mordisqueándolo, lo cual provocó pequeños quejidos de placer en ella. Echando la cabeza hacia atrás, Miley le ofreció su boca entera para que hiciese con ella su voluntad. La lengua de Nick hacía que saltaran chispas en el interior de Miley.
Con el cuerpo tenso, Nick apartó a Miley con suavidad y le puso de nuevo el cinturón de seguridad con mucha más torpeza que cuando se lo había quitado.
Nick-.Siento tal ardor por ti, que me consumo por dentro. Pero no podemos hacer el amor aquí - arrancando de nuevo el coche y volviendo a la carretera.
Miley-.No estoy acostumbrada a portarme así -admitió sin aliento, aunque a la vez intentaba no sonreír de oreja a oreja, ya que tenía la sensación de haber obtenido lo que quería.

Nick le había enseñado que podía llegar a ser un hombre muy susceptible, y ella aprendía rápido. Sabía que algún día podría utilizar esa lección para sacar algún beneficio.
Nick-.Yo tampoco estoy acostumbrado - riéndose-. No sé qué me puso así. Tal vez la admiración que sentí por ti al ver cómo te enfrentabas a Chantal y compañía. La mayoría de las mujeres habrían montado una escena...
Miley-.Qué sentido habría tenido hacer eso?
Nick-.Manejaste la situación con mucho estilo. Sin embargo, cuando te vi hablando con Jenna me pregunté sobre qué estaríais hablando - y se quedó en silencio, esperando una respuesta.

Miley no dijo nada, riéndose en su interior. ¡Qué adivinase él solo de qué estaban hablando! Miley se deleitó con la visión de su nuevo anillo de diamantes. Le impresionó que sólo unos minutos antes hubiera estado otra vez preocupándose por el estado de su relación con Nick. ¡Había estado a punto de enfadarse cuando no tenía ningún motivo para hacerlo!
El silencio seguía sin ser roto y Nick respondió al desafío que su esposa le lanzaba:
Nick-.Nunca habrá otra mujer en mi vida ahora que te tengo a ti.

Miley sintió como si hubiera amanecido en su interior. Esta era la promesa, el compromiso, las palabras que había deseado oír, pero nunca se había atrevido a pedirle.
Miley-.Eso está bien -le dijo tiernamente-. Porque no creo que me comportase como una dama si me fueras infiel.

Aunque se quedó desconcertado por la advertencia, Nick casi rió por lo ocurrente que había sido. Era tan diferente del resto de mujeres que conocía. No tenía miedo de él, se enfrentaba a él si era necesario, y sin embargo no se comportaba como si fuera la reina del drama. ¿Nunca se le había ocurrido a Theo Demakis que su nieta podía ser tan inteligente como él? Nick se preguntó qué otras cosas le quedarían por descubrir de su mujer.
Ya en la villa, Nick sacó a Miley del coche y la tomó en sus brazos para besarla, hambriento de deseo. Miley sintió como si su cuerpo se fundiera con el de su marido.
Nick-.Te necesito tanto, thespinis mou - atravesando el umbral del dormitorio y la guiaba a la cama.

Nick se situó a la espalda de Miley para deshacerse mejor de los tirantes de su vestido y gimió de satisfacción al notar en las manos la tersura de sus senos cuando estos quedaron libres del sujetador. Las piernas de Miley temblaron. Todo su cuerpo palpitaba de deseo y, a la vez, de debilidad. Nick capturó sus pezones entre los dedos y le hizo soltar un sollozo de placer. Miley sentía que su pelvis ardía en llamas.
Miley-.Nick... por favor -gimió, indefensa de deseo.
Nick-.Me gusta verte sufrir así.

Nick empezó a mordisquear los hombros de Miley después de quitarle el vestido con tal falta de delicadeza que lo rasgó sin querer. Recorrió la espalda de su esposa con la lengua mientras las manos bajaban acariciantes hacia la parte del cuerpo donde daban comienzo sus nalgas. Se puso de rodillas para quitarle las bragas de forma lenta, cariñosa, sensual.

Miley-.Oh... -sus dientes le rechinaron al sentir cómo la boca de Nick reposaba en la parte más sensible de su cuerpo.

Miley cerró los ojos con fuerza. Un placer salvaje le recorrió todo el cuerpo y una líquida sensación de calor palpitó en su interior durante un momento que se hizo eterno. Había perdido el control.
Y le gustaba.
Nick la tumbó en la cama. Sus abrasadores ojos la atravesaron con feroz sensualidad.
Nick-.No puedo esperar ni un segundo más... –rugió.
Miley-.Quítate la camisa...

Nick se la arrancó con tal violencia, que los botones salieron volando.
Miley se sumergió en el resplandor de sus ojos y se preguntó si podría esperar a que se quitara el resto de la ropa. Entonces, decidió que no podía. Abrió los brazos, arqueó la espalda y, con una invitación silenciosa, le hizo obsequio de sus caderas.
La ardiente mirada de Nick estaba al rojo vivo.

Nick-.Te gusta martirizarme... -masculló sintiéndose indefenso y se lanzó hacia ella con halagadora impaciencia consumido por el varonil fuego que ardía en sus entrañas.

Nick se zambulló en ella con arrebatadora ternura. Miley gritó su nombre. Nunca había sentido antes algo tan salvaje. Nick la llevó al clímax de la pasión y una intolerable tormenta de placer estalló dentro de ella. Tanta excitación la dejó mareada y llena de ardor. Nick levantó el mentón para mirar el ruboroso rostro de Miley. Tenía en los labios su carismática sonrisa y, sin que ésta se borrase, besó a Miley
Nick-.Eres fantástica...

Miley quería decirle que lo amaba, pero se retractó justo a tiempo. Aun así, era tan feliz que sintió deseos de llorar y reposó su cabeza sobre el hombro de Nick, respirando el aroma de su varonil sudor con dichosa satisfacción. Sentía que era suyo ahora. Suyo por completo.
Nick-.Me pregunto si ahora tendremos un hijo -murmuró con suavidad.

Miley se sintió consternada. Le recorrió un espasmo de culpa, ya que no había hecho el menor intento de decirle que estaba tomando precauciones contra el embarazo. Al principio, Miley se había sentido un poco superior al saber que tenía pleno control, aunque secreto, sobre su fertilidad. Pero eso había sido antes, cuando ella no confiaba en él y aún quería el divorcio. Ahora todo había cambiado. Miley supo que ése era el momento más apropiado para contárselo, pero de repente le pareció que una confesión como ésa sólo haría las cosas más complicadas.
Miley-.Estás muyy callada - se apoyó en el codo para hablar con ella-. Sé lo mucho que quieres un niño.
Miley-.Sí... eh... yo... -se sentía como una mariposa desorientada.
Nick-.Me he hecho a la idea de tener una familia. Me gustaría - dejando que una mano se deslizara hasta el muslo de Miley -. Me gusta trabajar en el proyecto de convertirte en madre. Tengo la intención de dedicarle una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo... ¿alguna objeción?
Miley-.Ninguna...

Incluso avergonzada como se sentía por su mentira, Miley era incapaz de resistirse a su mirada y mucho menos a su forma de tocarla. Ya sabía lo que hacer. Simplemente dejaría de tomar la píldora y Nick nunca lo sabría. Miley tembló de excitación al notar que Nick se le acercaba.
Miley asumió que la falta de sueño era la razón de que no tuviese apetito a la mañana siguiente. Además, sentía náuseas. A media mañana volaron de vuelta a Londres. Miley tenía tantas ganas de ver qué tal les había ido a los animales durante su ausencia, que en el mismo avión se cambio de ropa a otra más informal y pidió que la condujeran directamente a los establos desde el aeropuerto.
Cinco minutos después, la limusina llegó a la abadía. Al salir del coche, Nick golpeó inadvertidamente el bolso que Miley se había dejado olvidado en el suelo con las prisas. Todo su contenido quedó desperdigado sobre la grava del camino. La mirada de Nick se detuvo en la lámina de aluminio con pastillas que sobresalía del bolso. Se agachó, la recogió y quedó paralizado.

DINASTIA GRIEGA CAP 18



Lágrimas furiosas se acumulaban bajo los párpados de Miley. ¿Cómo era posible que Nick se hubiera atrevido a creer que ella era tan patética? ¿Cómo se había atrevido a pensar que estaba tan loca por él como para aceptar un matrimonio de conveniencia? Una vez más, se veía obligada a admitir lo poco que ambos conocían el uno del otro. Los dos se habían comportado de un modo tan orgulloso, que se habían negado a bajar sus defensas para averiguar lo que pensaba realmente su cónyuge
Cuando se casaron, estaban haciendo reformas en el apartamento de Nick y se habían visto obligados a vivir durante un tiempo en casa de los padres de éste. Habían dormido en habitaciones separadas, pared contra pared, separados por una puerta cerrada. Rodeada por la fría y distante familia de Nick, Miley se había sentido más aislada y miserable que nunca. Al cabo de unas semanas, utilizó la mala salud de su madre como excusa para abandonar Atenas. Nick y ella nunca habían compartido nada. Y desde luego, una luna de miel hubiera supuesto algún cambio en aquel entonces.
¿Iba a dejar ahora que el orgullo le impidiese introducir un cambio en su matrimonio? ¿No debería sentirse agradecida por que Nick quisiera pasar un tiempo a solas con ella? De repente, vio muy claro que era su actitud negativa lo que estaba empeorando las cosas y, deprimida, se levantó de la cama. Por un momento sintió un mareo y se preguntó si se había levantado demasiado rápido. Al oír que dejaba de correr el agua de la ducha, Miley agarró la camisa que Nick había dejado en el suelo y se la puso. Olía a él, aunque también se apreciaba un toque del perfume que solía utilizar: una fragancia que le resultaba increíblemente familiar y que aspiró con toda la fuerza de sus pulmones. Al momento, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se ruborizó.

Miley-.Nick...? -preguntó desde la puerta del enorme baño. -No había vuelto a ver el baño desde la primera visita a la casa y, al entrar en él, no pudo dar crédito a sus ojos. Todavía se podía apreciar la decoración victoriana en una mitad del cuarto de baño, pero en la otra mitad habían instalado una ducha de hidromasaje y estaba reformada siguiendo un estilo muy moderno de decoración. -Dios mío...
Nick-.Esta es mi parte del baño y esta otra, la tuya - se echó el pelo hacia atrás con un grácil movimiento de su mano-. Es una solución temporal hasta que al arquitecto se le ocurra alguna idea mejor.

Miley no pudo apartar los ojos de él. Con tan sólo una toalla cubriéndole las caderas y las gotas de agua deslizándose por su pecho, Nick tenía un aspecto que la dejó sin aliento.
Miley-.He estado pensando,... quiero decir: reconsiderando tu idea sobre la luna de miel -Creo que antes reaccioné de una forma un poco desconsiderada. Lo siento, estoy preocupada por el refugio. Pero, de todas formas, tienes razón, ahora tengo un ayudante, así que quizá no debería preocuparme tanto.
Nick-.Exacto. No deberías preocuparte en absoluto -confirmó -Estás tan preciosa vestida con mi camisa que me entran ganas de arrancártela, thespinis mou.
Nick le dio la mano a Miley y se acercó a ella. Miley empezó a sentir un cosquilleo en el vientre al sentirle a su lado. Estaba a punto de preguntarle cuándo salían de viaje, pero no pudo decirle nada porque empezó a sentir cómo los dedos de Nick le desabotonaban la camisa.

Miley se sintió extraña al vestirse: antes de salir de luna de miel, Nick le había comprado todo un vestuario. Durante las tres semanas que llevaban de luna de miel apenas había estrenado ninguno de los vestidos, de hecho, durante esas tres semanas, apenas había llevado nada puesto. Y pensando en eso, sonrió.
Estaban en una antigua villa de La Toscana rodeada de olivos. Era un lugar como fuera del tiempo y, en todos los sentidos, un escondite donde el resto del mundo parecía tan lejano como las estrellas. Desde su llegada, Miley se había acostumbrado a la felicidad. Según pasaban los días, arrastrándose con lentitud, Nick y Miley se habían convertido por fin en una pareja. Ahora se daba cuenta de lo mucho que había echado de menos la amistad y el afecto mientras estaban enfrentados. Aunque tenían personalidades muy diferentes, sus opiniones eran muy parecidas en muchas cosas. Sin embargo, de cuando en cuando, le gustaba contradecirle sólo por el placer de discutir con él.
La pasión era un extra muy estimulante para su relación con Nick. Ahora se sentía tan cercana a Nick, que parecía como su sombra. Todos los días, por la mañana, se levantaba con la sensación de haber descubierto algo nuevo. La luz del alba se filtraba por las persianas proyectando alargadas flechas de sombra sobre el torso bronceado de Nick y, entonces, él se desperezaba como un tigre indolente. Mirándola con ojos soñolientos, Nick le regalaba su sonrisa más sincera antes de tomarla entre sus brazos para hacerle de nuevo el amor.
Hacía tan sólo unas semanas, a Miley le había dado miedo confiar en él. Sin embargo, desde entonces había llegado a la conclusión de que su matrimonio tenía un gran futuro. Aunque pasaban casi todo el tiempo juntos, la pasión seguía en pie. Cuando salían a cenar por los pueblos pintorescos de la zona, Nick la agarraba de la mano para caminar juntos por las calles empedradas. Esa cercanía y esa ternura física significaban mucho para ella. Muchos días, Nick tenía que excusarse durante un par de horas por asuntos de negocios. Miley solía entonces salir a dar un paseo sola, leer un libro o ir a darse un baño y a Nick le parecía asombrosa la capacidad que su esposa tenía para entretenerse ella sola.

Miley-.A lo mejor estás acostumbrado a mujeres dependientes y un poco inútiles
Nick-.O quizá es sólo que me gustaría que, de vez en cuando, te comportases como si me necesitaras.
Miley-.Lo siento, pero no es mi estilo.

En los ojos azules de Miley aparecía una chispa de descaro. Por la noche, cuando él estaba profundamente dormido, se abrazaba a su cuerpo como si fuera una enredadera. Pero reservaba todas las demostraciones de cariño para esos momentos robados. Después de todo, a Nick le gustaba que lo desafiaran. Si Miley mostraba su debilidad, dejándole ver lo mucho que lo amaba, la balanza de poder podía inclinarse hacia el lado equivocado para siempre.
Regresando de su estado de ensimismamiento, Miley alcanzó un vestido color turquesa y se lo puso. Era el último día de la luna de miel. Sentía un dolor en el fondo del corazón. La cercanía que habían vivido durante las últimas tres semanas no duraría siempre. El banquero británico Robert Donnington era un viejo amigo de Nick y, cuando se enteró de que estaba en Italia, los invitó a comer con él en su casa de verano de La Toscana.
Miley contempló su reflejo en el espejo. El corpiño le apretaba el pecho más que de costumbre e hizo una mueca de disgusto. El vestido le quedaba más ajustado que unas semanas atrás. ¿Serían las píldoras anticonceptivas que estaba tomando? Últimamente, además, tenía los pechos más sensibles. ¿Estaría sufriendo retención de fluidos? ¿0 se negaba simplemente a aceptar la conclusión más obvia? Que estaba engordando por haber comido demasiado durante la luna de miel. Nick había hecho que trajeran baklava de Grecia. Atiborrarse de pasteles empapados con miel y nueces no ayudaba precisamente a adelgazar.
Se probó otros vestidos y se lamentó al ver que casi toda su ropa le apretaba demasiado en la zona del busto. El montón de ropa descartada iba aumentando sobre la cama al mismo ritmo que aumentaba su frustración, ya que hacía demasiado calor para andar dándole tantas vueltas a la ropa que se iba a poner. Con un suspiro, se volvió a poner el vestido de paseo que llevaba al principio. Le quedaba más o menos suelto y le sentaba mejor que casi cualquier otra cosa.

Miley se dirigió a la soleada terraza.
Miley-.Estoy engordando -le dijo a Nick.

Nick vestía una camisa blanca y pantalones negros que le daban un aspecto elegante y espectacular. Le extendió la mano a Miley para atraerla a su lado.

Nick-.No dejes de comer -le pidio-. Desde aquí, te miro y me parece como si hubiera muerto y estuviese en el cielo. Comer más sólo puede significar ponerte más guapa.

Percibiendo que Nick había fijado desvergonzadamente la mirada en las generosas formas de su pecho, Miley le gritó con incredulidad:
Miley-.Nick!
Nick-.No puedo evitarlo -confesó con una sonrisa pícara que causó un escalofrío a Miley- Me gusta muchísimo tu cuerpo. Es maravillosamente voluptuoso.

Esa palabra fatal hizo que Miley pensara en las abundantes proporciones de una pintura de Rubens, pero no dijo nada. Si había aprendido algo, era que Nick no podía quitarle las manos de encima, lo cual había hecho maravillas con su autoestima. Cuando una pequeña voz en su subconsciente trataba de decirle que eso era debido al exceso de libido de Nick, Miley se negaba a escucharla. Decidió que, cuando volviese a casa, empezaría una dieta para volver a su peso habitual
Nick la rodeó con sus brazos y la atrajo al cobijo de pecho. Sonriendo, Miley descansó apoyada en él. La terraza tenía una fabulosa vista a las colinas. Los densos bosques de robles, cedros y cipreses daban paso a las verdes viñas y campos dorados de maíz. El cielo era de un color azul zafiro. Tejados de terracota cubrían los edificios antiguos que podían verse a lo lejos.
Nick-.Cierra los ojos

El sol acariciaba con calidez el rostro de Miley y otra sonrisa se dibujó en su generosa boca cuando Nick levantó la mano.
Nick-.Mira ahora -dijo él.
Miley miró sorprendida el anillo que ahora tenía en el dedo y, sobre todo, el brillo del diamante que lo adornaba.
Nick-.Es un anillo de boda... uno de verdad
Miley-.Oh...

A Miley se le hizo un nudo en la garganta y se le nubló la mirada. El regalo de Nick le había llegado al corazón, puesto que había sido elegido especialmente para ella y se lo estaba dando con toda la sinceridad de su corazón.
Nick-.Tiene nuestros nombres grabados... y la fecha en que el sacerdote volvió a bendecir nuestro matrimonio
Miley-.Es increíble...
Nick-.Para que marque un nuevo comienzo para nosotros.

Miley le miró a la cara y admiró, una vez más, sus rasgos angulosos y su perfil clásico. Era increíblemente guapo, y aunque se vio luchando por recuperar la respiración, reunió fuerzas suficientes para decir:
Miley-.No puedes volver a escribir el pasado...
Nick-.Ni tenemos necesidad de hacerlo - con el mismo tono autoritario que usaría un profesor con un niño testarudo para darle una lección acerca de lo que está bien y lo que está mal-. Ahora eres mi esposa en todos los sentidos de la palabra, thespinis mou.

El estómago le cosquilleó al escuchar la entonación melodiosa de sus palabras. En todos los sentidos, reflexionó Miley, quedándosele la boca seca al pensar en el poder que Nick tenía sobre ella. Apasionado, de sangre caliente y desvergonzadamente masculino como era, Nick había echado abajo su coraza y le había enseñado a necesitarlo como si fuera una droga. La seguridad que Nick tenía en sí mismo lo llenaban de arrogancia y obstinación. Con tanto carisma, pensó Miley, era natural que pensase que podía reescribir la historia.
Nick recorrió con su dedo el contorno de los labios de Miley.

Nick-.Eres feliz, verdad?
Miley-.Sí... -el sensual hechizo de Nick le hizo desear de nuevo su cuerpo.
Nick-.El pasado... lo que ocurrió ya no importa ahora, thespinis mou -con inmensa satisfacción.
El teléfono móvil de Miley empezó a sonar y ésta se puso a escarbar dentro del bolso en su busca. Era Liam.
Liam-. Me han dado el trabajo... ¡Por fin tengo un trabajo fijo en lugar de un contrato temporal!
Miley-.Felicidades -sonrió-. Te dije que lo conseguirías. ¿Cuándo empiezas en el nuevo colegio?
Liam-.El mes que viene. ¿Cuándo vuelves a casa?
Miley-.Mañana.
Liam-.Voy a pedirle a Stella que me ayude a encontrar un piso en Londres.
-Buena idea.
Liam-.Cuando me mude a la ciudad, podré ver más a Stella y a sus hijos -con satisfacción.

Miley estuvo a punto de aconsejarle que se asegurara de lo que sentía Stella por él antes de que se ilusionara demasiado, pero decidió que era mejor no meterse en sus asuntos. Mientras volvía a introducir el teléfono en el bolso, Miley se dio cuenta de que Nick tenía la mirada clavada en ella.

Miley-.Qué ocurre?
Nick-.Se nos está haciendo tarde y tenemos que ir a cenar a casa de los Donnington.
Miley-.Oh, querido, es culpa mía... ¡Tardé un montón en vestirme!
Nick-.No te preocupes -murmuró con su sedosa voz-. ¿Dónde está el nuevo colegio de Liam?
Miley-.En Londres.

Nick se resistió a hacer un comentario sobre lo muy cerca que quedaba Londres de Oakmere Abbey. Después de todo, sabía que Liam era sólo un amigo, un hombre bastante inseguro que discutía todas sus decisiones con Miley antes de tomarlas. A Nick le parecía que Liam era un alfeñique. Un niño de mamá, sin atractivo alguno para las mujeres. Con frecuencia las mejores soluciones eran las más fáciles de ejecutar...