Lágrimas furiosas se acumulaban bajo los párpados de Miley. ¿Cómo era posible que Nick se
hubiera atrevido a creer que ella era tan patética? ¿Cómo se había atrevido a
pensar que estaba tan loca por él como para aceptar un matrimonio de
conveniencia? Una vez más, se veía obligada a admitir lo poco que ambos
conocían el uno del otro. Los dos se habían comportado de un modo tan
orgulloso, que se habían negado a bajar sus defensas para averiguar lo que
pensaba realmente su cónyuge
Cuando se casaron, estaban haciendo
reformas en el apartamento de Nick y se habían visto obligados a vivir durante
un tiempo en casa de los padres de éste. Habían dormido en habitaciones
separadas, pared contra pared, separados por una puerta cerrada. Rodeada por la
fría y distante familia de Nick, Miley se había sentido más aislada y miserable
que nunca. Al cabo de unas semanas, utilizó la mala salud de su madre como
excusa para abandonar Atenas. Nick y ella nunca habían compartido nada. Y desde
luego, una luna de miel hubiera supuesto algún cambio en aquel entonces.
¿Iba a dejar ahora que el orgullo le
impidiese introducir un cambio en su matrimonio? ¿No debería sentirse
agradecida por que Nick quisiera pasar un tiempo a solas con ella? De repente,
vio muy claro que era su actitud negativa lo que estaba empeorando las cosas y,
deprimida, se levantó de la cama. Por un momento sintió un mareo y se preguntó
si se había levantado demasiado rápido. Al oír que dejaba de correr el agua de
la ducha, Miley agarró la camisa que Nick había dejado en el suelo y se la
puso. Olía a él, aunque también se apreciaba un toque del perfume que solía
utilizar: una fragancia que le resultaba increíblemente familiar y que aspiró
con toda la fuerza de sus pulmones. Al momento, se dio cuenta de lo que estaba
haciendo y se ruborizó.
Miley-.Nick...? -preguntó desde la
puerta del enorme baño. -No había vuelto a ver el baño desde
la primera visita a la casa y, al entrar en él, no pudo dar crédito a sus ojos.
Todavía se podía apreciar la decoración victoriana en una mitad del cuarto de
baño, pero en la otra mitad habían instalado una ducha de hidromasaje y estaba
reformada siguiendo un estilo muy moderno de decoración. -Dios mío...
Nick-.Esta es mi parte del baño y
esta otra, la tuya - se echó el pelo hacia atrás con un grácil movimiento de su
mano-. Es una solución temporal hasta que al arquitecto se le ocurra alguna
idea mejor.
Miley no pudo apartar los ojos de él.
Con tan sólo una toalla cubriéndole las caderas y las gotas de agua
deslizándose por su pecho, Nick tenía un aspecto que la dejó sin aliento.
Miley-.He estado pensando,... quiero
decir: reconsiderando tu idea sobre la luna de miel -Creo que antes reaccioné
de una forma un poco desconsiderada. Lo siento, estoy preocupada por el
refugio. Pero, de todas formas, tienes razón, ahora tengo un ayudante, así que
quizá no debería preocuparme tanto.
Nick-.Exacto. No deberías preocuparte
en absoluto -confirmó -Estás tan preciosa vestida con mi camisa que me entran
ganas de arrancártela, thespinis mou.
Nick le dio la mano a Miley y se
acercó a ella. Miley empezó a sentir un cosquilleo en el vientre al sentirle a
su lado. Estaba a punto de preguntarle cuándo salían de viaje, pero no pudo
decirle nada porque empezó a sentir cómo los dedos de Nick le desabotonaban la
camisa.
Miley se sintió extraña al vestirse:
antes de salir de luna de miel, Nick le había comprado todo un vestuario.
Durante las tres semanas que llevaban de luna de miel apenas había estrenado
ninguno de los vestidos, de hecho, durante esas tres semanas, apenas había
llevado nada puesto. Y pensando en eso, sonrió.
Estaban en una antigua villa de La
Toscana rodeada de olivos. Era un lugar como fuera del tiempo y, en todos los
sentidos, un escondite donde el resto del mundo parecía tan lejano como las
estrellas. Desde su llegada, Miley se había acostumbrado a la felicidad. Según
pasaban los días, arrastrándose con lentitud, Nick y Miley se habían convertido
por fin en una pareja. Ahora se daba cuenta de lo mucho que había echado de
menos la amistad y el afecto mientras estaban enfrentados. Aunque tenían
personalidades muy diferentes, sus opiniones eran muy parecidas en muchas
cosas. Sin embargo, de cuando en cuando, le gustaba contradecirle sólo por el
placer de discutir con él.
La pasión era un extra muy
estimulante para su relación con Nick. Ahora se sentía tan cercana a Nick, que
parecía como su sombra. Todos los días, por la mañana, se levantaba con la
sensación de haber descubierto algo nuevo. La luz del alba se filtraba por las
persianas proyectando alargadas flechas de sombra sobre el torso bronceado de
Nick y, entonces, él se desperezaba como un tigre indolente. Mirándola con ojos
soñolientos, Nick le regalaba su sonrisa más sincera antes de tomarla entre sus
brazos para hacerle de nuevo el amor.
Hacía tan sólo unas semanas, a Miley le
había dado miedo confiar en él. Sin embargo, desde entonces había llegado a la
conclusión de que su matrimonio tenía un gran futuro. Aunque pasaban casi todo
el tiempo juntos, la pasión seguía en pie. Cuando salían a cenar por los
pueblos pintorescos de la zona, Nick la agarraba de la mano para caminar juntos
por las calles empedradas. Esa cercanía y esa ternura física significaban mucho
para ella. Muchos días, Nick tenía que excusarse durante un par de horas por
asuntos de negocios. Miley solía entonces salir a dar un paseo sola, leer un
libro o ir a darse un baño y a Nick le parecía asombrosa la capacidad que su
esposa tenía para entretenerse ella sola.
Miley-.A lo mejor estás acostumbrado
a mujeres dependientes y un poco inútiles
Nick-.O quizá es sólo que me gustaría
que, de vez en cuando, te comportases como si me necesitaras.
Miley-.Lo siento, pero no es mi
estilo.
En los ojos azules de Miley aparecía
una chispa de descaro. Por la noche, cuando él estaba profundamente dormido, se
abrazaba a su cuerpo como si fuera una enredadera. Pero reservaba todas las
demostraciones de cariño para esos momentos robados. Después de todo, a Nick le
gustaba que lo desafiaran. Si Miley mostraba su debilidad, dejándole ver lo
mucho que lo amaba, la balanza de poder podía inclinarse hacia el lado
equivocado para siempre.
Regresando de su estado de
ensimismamiento, Miley alcanzó un vestido color turquesa y se lo puso. Era el
último día de la luna de miel. Sentía un dolor en el fondo del corazón. La
cercanía que habían vivido durante las últimas tres semanas no duraría siempre.
El banquero británico Robert Donnington era un viejo amigo de Nick y, cuando se
enteró de que estaba en Italia, los invitó a comer con él en su casa de verano
de La Toscana.
Miley contempló su reflejo en el
espejo. El corpiño le apretaba el pecho más que de costumbre e hizo una mueca
de disgusto. El vestido le quedaba más ajustado que unas semanas atrás. ¿Serían
las píldoras anticonceptivas que estaba tomando? Últimamente, además, tenía los
pechos más sensibles. ¿Estaría sufriendo retención de fluidos? ¿0 se negaba
simplemente a aceptar la conclusión más obvia? Que estaba engordando por haber
comido demasiado durante la luna de miel. Nick había hecho que trajeran baklava
de Grecia. Atiborrarse de pasteles empapados con miel y nueces no ayudaba
precisamente a adelgazar.
Se probó otros vestidos y se lamentó
al ver que casi toda su ropa le apretaba demasiado en la zona del busto. El
montón de ropa descartada iba aumentando sobre la cama al mismo ritmo que
aumentaba su frustración, ya que hacía demasiado calor para andar dándole
tantas vueltas a la ropa que se iba a poner. Con un suspiro, se volvió a poner
el vestido de paseo que llevaba al principio. Le quedaba más o menos suelto y
le sentaba mejor que casi cualquier otra cosa.
Miley se dirigió a la soleada terraza.
Miley-.Estoy engordando -le dijo a
Nick.
Nick vestía una camisa blanca y
pantalones negros que le daban un aspecto elegante y espectacular. Le extendió
la mano a Miley para atraerla a su lado.
Nick-.No dejes de comer -le pidio-.
Desde aquí, te miro y me parece como si hubiera muerto y estuviese en el cielo.
Comer más sólo puede significar ponerte más guapa.
Percibiendo que Nick había fijado
desvergonzadamente la mirada en las generosas formas de su pecho, Miley le
gritó con incredulidad:
Miley-.Nick!
Nick-.No puedo evitarlo -confesó con
una sonrisa pícara que causó un escalofrío a Miley- Me gusta muchísimo tu
cuerpo. Es maravillosamente voluptuoso.
Esa palabra fatal hizo que Miley pensara en las abundantes proporciones de una pintura de
Rubens, pero no dijo nada. Si había aprendido algo, era que Nick no podía
quitarle las manos de encima, lo cual había hecho maravillas con su autoestima.
Cuando una pequeña voz en su subconsciente trataba de decirle que eso era
debido al exceso de libido de Nick, Miley se negaba a escucharla. Decidió que, cuando volviese a casa,
empezaría una dieta para volver a su peso habitual
Nick la rodeó con sus brazos y la
atrajo al cobijo de pecho. Sonriendo, Miley descansó apoyada en él. La terraza
tenía una fabulosa vista a las colinas. Los densos bosques de robles, cedros y
cipreses daban paso a las verdes viñas y campos dorados de maíz. El cielo era
de un color azul zafiro. Tejados de terracota cubrían los edificios antiguos
que podían verse a lo lejos.
Nick-.Cierra los ojos
El sol acariciaba con calidez el
rostro de Miley y otra sonrisa se dibujó en su generosa boca cuando Nick
levantó la mano.
Nick-.Mira ahora -dijo él.
Miley miró sorprendida el anillo que
ahora tenía en el dedo y, sobre todo, el brillo del diamante que lo adornaba.
Nick-.Es un anillo de boda... uno de
verdad
Miley-.Oh...
A Miley se le hizo un nudo en la
garganta y se le nubló la mirada. El regalo de Nick le había llegado al
corazón, puesto que había sido elegido especialmente para ella y se lo estaba
dando con toda la sinceridad de su corazón.
Nick-.Tiene nuestros nombres
grabados... y la fecha en que el sacerdote volvió a bendecir nuestro matrimonio
Miley-.Es increíble...
Nick-.Para que marque un nuevo
comienzo para nosotros.
Miley le miró a la cara y admiró, una
vez más, sus rasgos angulosos y su perfil clásico. Era increíblemente guapo, y
aunque se vio luchando por recuperar la respiración, reunió fuerzas suficientes
para decir:
Miley-.No puedes volver a escribir el
pasado...
Nick-.Ni tenemos necesidad de hacerlo
- con el mismo tono autoritario que usaría un profesor con un niño testarudo
para darle una lección acerca de lo que está bien y lo que está mal-. Ahora
eres mi esposa en todos los sentidos de la palabra, thespinis mou.
El estómago le cosquilleó al escuchar
la entonación melodiosa de sus palabras. En todos los sentidos, reflexionó Miley,
quedándosele la boca seca al pensar en el poder que Nick tenía sobre ella.
Apasionado, de sangre caliente y desvergonzadamente masculino como era, Nick
había echado abajo su coraza y le había enseñado a necesitarlo como si fuera
una droga. La seguridad que Nick tenía en sí mismo lo llenaban de arrogancia y
obstinación. Con tanto carisma, pensó Miley, era natural que pensase que podía
reescribir la historia.
Nick recorrió con su dedo el contorno
de los labios de Miley.
Nick-.Eres feliz, verdad?
Miley-.Sí... -el sensual hechizo de
Nick le hizo desear de nuevo su cuerpo.
Nick-.El pasado... lo que ocurrió ya
no importa ahora, thespinis mou -con inmensa satisfacción.
El teléfono móvil de Miley empezó a
sonar y ésta se puso a escarbar dentro del bolso en su busca. Era Liam.
Liam-. Me han dado el trabajo... ¡Por
fin tengo un trabajo fijo en lugar de un contrato temporal!
Miley-.Felicidades -sonrió-. Te dije
que lo conseguirías. ¿Cuándo empiezas en el nuevo colegio?
Liam-.El mes que viene. ¿Cuándo
vuelves a casa?
Miley-.Mañana.
Liam-.Voy a pedirle a Stella que me
ayude a encontrar un piso en Londres.
-Buena idea.
Liam-.Cuando me mude a la ciudad,
podré ver más a Stella y a sus hijos -con satisfacción.
Miley estuvo a punto de aconsejarle
que se asegurara de lo que sentía Stella por él antes de que se ilusionara
demasiado, pero decidió que era mejor no meterse en sus asuntos. Mientras
volvía a introducir el teléfono en el bolso, Miley se dio cuenta de que Nick
tenía la mirada clavada en ella.
Miley-.Qué ocurre?
Nick-.Se nos está haciendo tarde y
tenemos que ir a cenar a casa de los Donnington.
Miley-.Oh, querido, es culpa mía...
¡Tardé un montón en vestirme!
Nick-.No te preocupes -murmuró con su
sedosa voz-. ¿Dónde está el nuevo colegio de Liam?
Miley-.En Londres.
Nick se resistió a hacer un
comentario sobre lo muy cerca que quedaba Londres de Oakmere Abbey. Después de
todo, sabía que Liam era sólo un amigo, un hombre bastante inseguro que
discutía todas sus decisiones con Miley antes de tomarlas. A Nick le parecía
que Liam era un alfeñique. Un niño de mamá, sin atractivo alguno para las
mujeres. Con frecuencia las mejores soluciones eran las más fáciles de
ejecutar...
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