Nick salió y me quedé vacía, no sabía porque me sentía así nunca me había pasado con ningún otro hombre; claro está también que siempre había estado enamorada de él. Se me olvido por completo que había dejado el coche en casa de mis padres, seguro que cuando lo vieran aparecer sin mí le preguntarían y no sabría qué contestarle.
Me duche, cuando salía de la ducha el teléfono que sonaba con insistencia.
Miley─ ¿Sí? –Dije con voz perezosa.
Tish─ Cariño te llamaba para preguntarte como ibas con tu dolor de cabeza. —Contesto mi madre a través del auricular. —Me dijo Nick que te dejo en casa porque no te sentías bien.
Que excusa más barata!! No sé porque de alguna forma esperaba que le dijese que había estado conmigo y que me quería, pobre tonta ilusa.
Miley─ Si mamá estoy mejor no te preocupes es solo un dolor de cabeza, se me pasara en cuanto me tome una pastilla y me acueste un rato, pero gracias por preguntar.
Tish─ De nada mi vida, si necesitas algo llámame.
Miley─ Si mamá, lo haré.
Me despedí de mi madre. Un dolor de cabeza… que excusa más usada y barata. Fui a la habitación mientras me ponía unos vaqueros viejos que mi madre tacharía de trapos y una camiseta ancha, y pensé en ¿por qué me había enamorado de aquel canalla? si solo hacia utilizarme y hacerme sufrir, ¿por qué seguía tras de él como una estúpida que no piensa? Pero no encontraba respuesta a aquellas preguntas que mi mente se hacía, creo que ninguna mujer encontraría respuesta a las preguntas que una se formula cuando estas enamorada.
Estaba cepillando mi largo pelo cuando sonó el timbre de la puerta.
Cuando abrí me encontré con mi vecino Ángelo, el único vecino que me dio la bienvenida cuando llegue nueva a este edificio, todos los demás eran reacios, aparte de que eran personas ya mayores de mentes antiguas y cerradas. Con Ángelo todos le dieron la espalda por ser gay, decían que era una enfermedad, no entendía como podía haber gente tan cerrada de mente, y conmigo bueno a mi me llamaron de todo, por el hecho de ser mujer y vivir sola.
Con Ángelo lo pasaba muy bien, nos contábamos nuestras fiestas, nuestros ligues, en fin las charlas de dos amigos; con él me sentía muy relajada y era muy buena persona, siempre que uno de los dos estaba de bajón el otro animaba, si llorábamos era juntos, si reíamos también, y emborracharnos juntos igualmente.
Ángelo─ Hola querida. —Dijo con una gran sonrisa mientras me mostraba dos copas y una botella de champaña que tenía en las manos. – ¿Puedo pasar?
Miley─ Tú siempre eres bien recibido en mi casa lo sabes cielo.
Nada más pasar me dio dos besos como siempre nos saludábamos.
Ángelo─ Vale hermosura, ve contando, y no me digas que no es nada porque he visto salir de aquí dos veces el mismo hombre en una semana y tu nunca traes hombres a tu piso. –Dijo descorchando la botella de champaña. –Así que… preciosa ve contando quien es ese maravilloso hombre.
Dejé escapar una risa suave mientras aceptaba la copa que me daba.
Miley─ Bueno es el mejor amigo de mi hermano, estoy loca por él desde que tengo uso de razón y yo quisiera una relación seria pero es algo que no podría ser.
Ángelo─ Ay niña ¿por qué no?
Miley ─ No soy su tipo creo… además no es hombre que ame a una sola mujer. Le gustan todas y dudo que se conforme con una sola.
Ángelo ─ Bueno querida, eso es algo que no sabrás si no te lanzas a la piscina, alguna vez tendrás que hacerlo.
Miley ─ Si, pero y si me lanzo y me doy de bruces encontrándome que no hay agua para que me sostenga.
Ángelo ─ Cariño, es algo que puede suceder, entonces recoges tus pedazos te levantas y fin de la historia, a otra cosa mariposa.
Miley ─ Tienes toda la razón.
Ángelo ─ Claro que si preciosa. –Levantando la copa y chocándola con la mía en un brindis. –Ahora brindemos, porque todo salga bien.
Miley ─ Porque todo salga bien. –Pronuncie antes de beberme la copa de un trago.
Poco después nos habíamos bebido la botella entera, mi vista se nublaba y no podía parar de reírme, si yo me reía más se reía Ángelo de mi risa, o cuando me escuchaba cantar con el karaoke que pusimos. Lo pasamos genial; hasta que sonó el timbre de la puerta.
Era tarde, no sabía quién seria a esa hora. Cuando abrí me pareció estar en un sueño. Allí estaba Nick mirándome como si estuviera a punto de echarme una regañina.
Ángelo ─ Nena yo creo que me voy. –Dijo tan achispado como yo. –Mañana hablamos. –Dicho eso se despidió de mí con dos besos.
Miley ─ Adiós Ángelo. –No sabía si mi forma de hablar había cambiado o era yo la que escuchaba mal, solo sabía que todo me daba vueltas.
Nick─ Estás borracha. –Dijo furioso cuando Ángelo se marcho
Miley─ Nooooo!!!!!!. Bueno. Quizás un poquito. –Dije mientras señalaba un espacio chiquitito entre mis dedos pulgar e índice.
Nick─ ¿Un poquito? ¿Te has visto? –Cruzó los brazos sobre su pecho dándole un aspecto de guerrero muy sexy y así enfadado más sexy todavía.
Miley─ umm, que guapo eres cuando te enfadas. –Le solté con la risa tonta que me entraba cuando bebía.
Nick ─ muy bien, ahora sí no hay duda, estás totalmente borracha.
Me cogió en brazos y me llevó a su camioneta. Puso en marcha el motor.
Miley─ ¿Se puede saber a dónde me llevas?
Nick─ No.
Sabía que de nada serviría decirle que parara. No lo haría.
Miley─ ¿Por qué le dijiste a mi madre que me llevaste a casa con dolor de cabeza?
Nick ─ ¿Qué querías que le contase?
Miley ─ No lo sé. Pero alguna excusa que fuera más buena que esa. Un dolor
de cabeza. Por favor!!
Nick ─ ¿Y tú? Con una pastilla y dormir se me pasará, y yo solo veo que estas borracha. –Frunció el ceño.
Miley─ Y a ti que más te da. Soy mayorcita y sé lo que hago. Así que “amigo” ve a comerle la cabeza a otra. –Dije enfadada hundiéndome en el sillón de la camioneta. –Para el coche que quiero bajarme.
Nick─ No.
Miley ─ ¡He dicho que pares! –Dije cruzando los brazos sobre el pecho con actitud testaruda.
Nick ─ Como no cierres tu preciosa boca te amordazaré.
Miley ─ No te tengo miedo. –Le aseguré.
Nick─ Deberías. –Dijo mirándome un segundo, parecía un ángel vengador.
Entonces me quedé en silencio durante el resto del camino. Me llevó a una especie de parador, era de noche y estaba totalmente oscuro, se veían las estrellas más brillantes en aquel lugar libre de contaminación, en el horizonte miles de lucecitas destacaban la ciudad. Era un lugar romántico, perfecto en su belleza. Me sorprendía ver que me había llevado allí, aquello se suponía que era para estar las parejas un sitio romántico e intimo.
Nick ─ Es precioso ¿verdad? – aun en la camioneta
Miley ─ Es muy bello me deja sin respiración. –Dije abrumada por tanta belleza.
Nick─ Nunca traje a nadie aquí, es algo… que… quería enseñarte… es un lugar especial para mí. –Tartamudeo como si fuera un chico tímido.
Miley ─ Me alegro mucho que me enseñases este lugar, es algo intimo para ti y lo has compartido conmigo es precioso gracias. –Le sonreí con dulzura y en ese instante todo el enfado que tenia con él desapareció.
Era algo bellísimo que compartiese ese trocito de intimidad conmigo, algo debía suponer para él. Me miró a los ojos, había algo especial en ellos que no sabía describir, una mezcla de anhelo, deseo, e incluso me atrevía a decir que había algo de amor, pero deseche la idea.
Nick ─ Me alegro de que te guste tanto.
Bajo sus labios a los míos con la dulzura y suavidad que una mariposa bate sus alas sobre una rosa, me besó. Había algo distinto en aquel beso, algo cambio dentro de él; me trataba con una dulzura y una suavidad que no reconocía en él. Nuestro beso se volvió más caliente, pero sin dejar de ser suave, tocó mi cuello, bajando por mis hombros y calentando mi piel. Bajó besando mi cuello con suaves mordiscos y jugando con su lengua haciéndome erizar la piel con cada toque, cada beso. Solo podía agarrarme a su pelo mientras lo instaba a que me diera más. Me arrancó la blusa, yo desaté su camiseta y empecé a besar su cuello como él lo había hecho conmigo. Tocando sus hombros, su pecho, acariciando su espalda. Baje las manos a su pantalón y ya estaba excitado. Le desabroché el cinturón y el cierre del pantalón, le acaricie por encima de los bóxers; él desabrochó el cierre de mis pantalones cortos y metió la mano dentro. Me empezó a masturbar mientras besaba mis pechos, me volvía loca sentir su boca en mi piel, sus manos sobre mi cuerpo. Era como una explosión de sentidos que me llenaban dejándome extasiada y a punto de tocar el cielo con los dedos. Yo lo masturbé como él estaba haciendo conmigo, escucharlo gemir en el silencio de la noche más caliente me ponía. Nuestros cuerpos sudorosos, calientes, unidos por el calor de la pasión. Los gemidos de ambos eran el único sonido que rompía el silencio de la noche. Me tumbó en el asiento de atrás y él se tumbo encima de mí penetrándome poco a poco con suavidad. Comenzó a mover las caderas en una lenta seducción que jamás había compartido con mi ex novio. Pero claro estaba que solo había amado a un hombre, para ser exacta a aquel hombre, cada contacto con él era especial. Pero aquella noche, ese momento que estábamos compartiendo no se llamaba tener sexo, se llamaba hacer el amor. Por muy desconcertante que me fuera así lo podía nombrar. Un perfecto orgasmo invadió nuestros cuerpos fundiéndonos en una sola esencia, el único grito del máximo placer alcanzado rompió el silencio absoluto de la noche.
Nick calló rendido sobre mi cuerpo, lo abracé y él beso mi hombro con delicadeza. Suspiré cerrando los ojos.
Nick─ Debemos marcharnos, tú madre dijo que te llamaría antes de irte a la cama. –rompiendo la magia del momento. Entonces aquel momento tan especial desapareció.
Miley─ Si debemos irnos.
El camino de vuelta no dije nada, no quería mostrar el dolor que taladraba mi corazón. A veces sentía que lo tenía cerca, otras veces que se volvía a alejar.
Llegamos a la puerta del edificio entonces una chica se acercó a la camioneta.
*****─ Nick querido, anoche me dijiste que vendrías esta noche. Dónde has estado? –Preguntó la chica morena jugando con el pelo de él.
Nick me miró, entonces sonreí con los ojos a punto de escaparse mis lágrimas, aclaré mi garganta y compuse mi mejor rostro.
Miley ─ Si hubiese sabido que tenías cosas que hacer no te habría robado tanto tiempo.
Abrí la puerta de la camioneta, recordándome una y otra vez que debía guardar la compostura. Cuando entre en el edificio eche a correr por las escaleras hasta llegar a mi piso, un dolor fuerte me atenazaba el pecho, pensar que era algo especial para él y resultar que había quedado con otra, siempre volvía a tropezar con la misma piedra. No podía dejar de llorar; subía corriendo, mi corazón latía a más de mil por horas, las lágrimas caían por mi rostro sin cesar, los oídos me pitaban, escuché unos pasos corriendo detrás de mí pero no me paré. Abrí la puerta y de golpe la cerré, no podía creerme aquello que me estaba sucediendo me deje caer contra la puerta para llorar como una niña pequeña cuando la habían regañado castigándola en su habitación, lo único que cambiaba que las heridas del corazón duelen más que las de las rodillas.
Escuché unos pasos tras la puerta entonces unos golpes para que abriera sonó sobre esta.
Nick─ Abre Miley. –lo escuche tras la puerta.
Miley─ Márchate Nick, no quiero verte. –Respondí con voz entrecortada intentando que no se notase.
Nick─ ¡Maldita sea Miley, ábreme! –Gritó él con fuerza.
Miley─ ¡He dicho que no! ¡Vete, no quiero verte! –le grite.
Nick─ muy bien lo hare. Solo por ahora, pero ten en cuenta que volveré, esto no se quedara así.
Miley─ No te molestes en volver, no voy a abrir la puerta.
─ soltó un grito de frustración –Pero volveré, y abrirás o tiraré la puerta abajo, quiero hablar contigo y lo conseguiré. No me importa lo que tenga que hacer
Volví a escuchar los pasos alejándose escaleras abajo, entonces para alivio de mi corazón me tome la libertad de llorar. ¿Sería cierto que volvería?...
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