martes, 23 de diciembre de 2014

DINASTIA GRIEGA CAP 20



CON la ayuda de Dottie, Miley dispuso en un confortable lugar las cestas para sus perros más viejos, Sooty y Minnie, y los hizo quedarse allí, puesto que el cocinero había dejado bien claro que no le entusiasmaba tener ningún tipo de animal de cuatro patas en sus dominios.
Dottie se puso a la defensiva sintiendo simpatía por Miley

Dottie-.Señora, Oakmere es su casa. ¡Debería decirle a ese chef marisabidillo que se aguante con los perros!
Miley-.La cocina es su territorio y gracias a Dios que lo es, porque yo odio cocinar -le recordó Miley -. No a todo el mundo tiene por qué gustarle los animales.

Miley nunca había vivido sin una pareja de perros a sus pies. Y sin embargo era consciente de que Nick había crecido sin mascotas y no estaba acostumbrado a vivir con ellas. Dottie se marchó. Miley tenía ganas de explorar la casa y ver cómo marchaban las obras de remodelación, pero se estaba haciendo demasiado tarde. Embarrada todavía y más que cansada por la tarea de dar agua y alimento a los animales, se apresuró escaleras arriba para tomar una ducha y cambiarse antes de la cena. Se sentía increíblemente fatigada y pensó que quizá iba siendo hora de pasar por una revisión médica. Después de todo, se recordó, su ciclo menstrual se había alterado, lo cual no era normal en ella.

Veinte minutos después, Miley salió del baño envuelta en una toalla y con el pelo aún húmedo peinado hacia atrás. Nick la esperaba de pie, mirando a través del ventanal de la habitación. Los ojos de Miley se encendieron: ansiaba contarle lo bien que había funcionado el refugio de animales durante su ausencia. Pero cuando Nick se dio la vuelta, Miley percibió el enfado de su mirada y el estómago le dio un vuelco.

Miley-.Qué ocurre? ¿Qué ha pasado? -le dijo.
En respuesta a su pregunta, Nick lanzó a sus pies la lámina de píldoras.
Miley tragó saliva y apretó los labios sin esconder su sentimiento de culpa.

Miley-.Cariño...
Nick-.Eso es todo lo que tienes que decirme? -contraatacó
Miley-.Esas píldoras estaban en mi bolso -evitó la pregunta-. ¿Cómo las has encontrado?
Nick-.Tropecé con tu bolso al salir del coche y se cayeron.

Con las mejillas al rojo vivo, Miley intentó seguir evitando la confrontación.
Miley-.Ya había decidido dejar de tomarlas
Nick-.Y se puede saber cuándo tomaste esa decisión?

Miley se ruborizó porque sabía que su respuesta no le iba a causar la menor impresión.
Miley-.Anoche.
Nick-.Cuándo decidiste tomar anticonceptivos? -su gesto ceñudo seguía sin desaparecer. Ella se lo dijo. –Así que has estado mintiéndome desde el momento en que empezamos a vivir como marido y mujer.

Miley se encogió pero intentó defenderse:
Miley-.Es una forma muy exagerada de decirlo...
Nick-.Y cómo te gustaría que lo dijese? -su profunda voz tenía un tono peligrosamente tranquilo.
Miley-.Como si fuese una cosa del pasado.
Nick-.Eso no me importa.
Miley-.Pues debería importarte porque tomé esa decisión en el pasado, no ahora.
Nick-.Lo que importa es la confianza que sentía por ti
Miley-.Sí, pero las circunstancias...
Nick-.No cuentan. Deberías haberme dicho que estabas usando métodos anticonceptivos. Es algo que deberíamos haber discutido entre los dos. Pero tú no querías, ¿verdad? Preferiste hacerlo a mis espaldas y engañarme.

Miley podía sentir cómo contenía la rabia. Lo notaba en la rigidez de su cuerpo, en el resplandor de sus ojos, en la prominencia de sus mejillas. Quería gritar por la frustración. Todo había sido tan maravilloso, tan perfecto; el futuro, tan prometedor. No tenía porqué haber sabido que estaba tomando esas malditas píldoras. ¿Por qué no se había deshecho de la evidencia cuando aún estaba a tiempo?
En medio de todos esos pensamientos, le sorprendió la presencia de otras ideas en su cabeza. ¿No había sido ella siempre sincera? ¿Por qué Nick no tomaba eso en consideración? Había vuelto a su vida y ahora le importaba más que nada en el mundo. No quería que su relación con él se estropease.

Nick-.Durante todo el tiempo que pasamos en Italia no dijiste que estabas tomando anticonceptivos -dijo para romper el silencio.
Miley-.Ni se me ocurrió pensar en ello -a la defensiva-. Lo único que me importaba era lo feliz que estaba siendo contigo y...
Nick-.Feliz?... ¿En serio? -una nota sarcástica apareció en su voz-. Pues te salió muy bien la actuación. ¡Querías un hijo, pero en ningún momento pensaste en tenerlo conmigo!
Miley-.Eso no es cierto y, además, no estaba actuando...
Nick-.Hace un par de meses estabas dispuesta a ir a un banco de esperma y elegir a un extraño para que fuera el padre de tu hijo. Yo no soy lo suficientemente bueno para ti.
Miley-.Eso es ridículo -tartamudeó -. No estaba preparada todavía para contarte lo de los anticonceptivos. Es sólo eso.
Nick-.No me lo ibas a contar. ¿Crees que no me doy cuenta?
Miley-.No eres nada justo, Nick - estaba tan tensa, que le dolía la espalda.
Nick-.Y tú si lo eres? - en tono iracundo mientras su gesto impasible iba poco a poco tornando en una mueca de cólera-. ¿Qué hay de justo en hacerme creer que estabas dispuesta a formar una familia conmigo? Yo quería tener un hijo por ti. Me parecía un poco apresurado, pero sabía que tú lo deseabas. ¿Es así como me pagas por intentar darte lo que querías? ¿Me pagas con mentiras y engaños?

Y fue en ese preciso momento cuando Miley se dio cuenta del daño que había causado a su matrimonio. Se sintió horrorizada. El poco control que aún mantenía sobre sus emociones se vino abajo.

Miley-.Acaso me diste otra opción al principio? No sabía qué esperar de ti -protestó-. Me obligaste a consumar nuestro matrimonio y tuve que protegerme como pude. Estaba pensando en nuestro futuro...
Nick-. Theos mou... ¿así que todo lo que hemos compartido no ha sido más que un engaño? -replicó ásperamente-. ¿También estabas fingiendo tu felicidad?

Aumentó la sensación de pánico que Miley tenía. Se sentía como un boxeador arrinconado en el ring.
Miley-.No, por supuesto que no -contestó-. Pero antes de llegar a Italia no sabía cómo iban a ir las cosas entre nosotros. Por eso empecé a tomar la píldora. No podía arriesgarme a quedarme embarazada. Si tenía un hijo tuyo, eso te hubiera dado un control incluso mayor sobre mí.
Nick-.Podrías habérmelo dicho a la cara.
Miley-.No pensé en ello al principio. Luego me di cuenta que debería habértelo dicho, pero no quería que te enfadases.
Nick-.Quizá guardarte esa carta te hacía sentir que poseías un control sobre mí -su gesto volvió a endurecerse.
Miley-.Sí, quizá sentí eso una o dos veces - estaba demasiado alterada para elegir sus palabras con delicadeza.

Nick perdió el color al escuchar la confesión de Miley. Le clavó la mirada, preñada de agresividad.
Nick-.No eres la mujer que creí que eras.
Miley-.Tal vez no debería haber admitido lo que acabo de decir, pero ¿sabes Nick? Yo también tengo sentimientos - Miley sintió un nudo en el estómago, como si estuviera caminando por el borde de un abismo peligroso-. Al principio estaba muy enfadada contigo, pero también tenía miedo...
Nick-.Miedo? -la interrumpió -. ¡Nunca te he dado el menor motivo para sentir miedo de mí!
Miley-.Y qué hay de aquella vez que me dijiste que, si no seguíamos casados, te desharías de mis animales?
Nick-.Sólo era una amenaza vacía. Parte de la negociación - se encogió de hombros con elegancia-. Sabía desde el principio que aceptarías. Créeme, nunca habría permitido que le pasara nada a tus animales.
Miley-.Me gustaría creerte, pero no puedo. No eres la persona más compasiva del mundo, Nick. Hubo un tiempo en que no quería aceptar esa parte de ti. Te idealizaba, lo cual era bastante estúpido por mi parte. Después de todo, tienes la reputación de ser cruel en los negocios... y cuando te exigí el divorcio descubrí que eras mucho más retorcido de lo que me imaginaba.

Al escuchar esa crítica tan directa, Nick se quedó paralizado. No se lo esperaba. Pensaba que Miley tenía una imagen romántica de él casi perfecta. Por un momento, una nota de rubor tiñó sus mejillas, pero desapareció inmediatamente dejando su rostro completamente pálido.
Nick-.No soy así...
Miley-.Sólo sabes comportarte de esa manera. Eres increíblemente dominante, Nick. Tú dictas la ley: pides y pides, y esperas que los demás sigamos tus reglas.
Nick-.No me comporté así en Italia –sus ojos le hacían un reproche a Miley -. No te traté así, thespinis mou.

La hostilidad del ambiente y el miedo que sentía por el futuro de ambos aterraron a Miley. Y sin embargo, no se retractó de nada de lo que había dicho:
Miley-.Estoy de acuerdo contigo... pero eso no cambia la forma que tuviste de atarme a ti al principio. ¿Por qué intentas ignorar lo que es tan evidente? Me obligaste a hacer algo que no quería... igual que hizo mi abuelo... ¡Y por nada del mundo iba a permitir que ocurriera de nuevo!
Nick-.Eso no excusa que tomaras píldoras anticonceptivas para asegurarte de que no ibas a tener un hijo mío -la condenó con su acento griego haciéndose más pronunciado por momento.
Miley-.Mi decisión de tomar la píldora fue una decisión del pasado. Ahora las cosas han cambiado.
Nick-.Lo sé, estoy pagando por mis pecados. Hay quien diría que lo tengo bien merecido
Miley-.Yo no...

Pero Nick ya no le prestaba atención. Estaba concentrado en sus recuerdos y la sombría expresión de su rostro hizo que a Miley se le pusiera la piel de gallina.
Miley-.No seas así...
Nick-.Y cómo quieres que sea?

Miley se movió hacia él y acercó su mano en un intento de acariciarlo. Sin embargo, apretó los dedos en un puño y dejó caer la mano. Todo el coraje que tenía la abandonó en el instante decisivo, al darse cuenta de que Nick la rechazaría dado su estado de ánimo.

Miley-.Me doy cuenta de que, si te has vuelto una persona dura, es sólo porque has tenido que hacerlo para sobrevivir. Toda tu familia dependía de ti y tuviste que aprender a dar golpes bajos para librarte del poder de mi abuelo y continuar en los negocios.

Nick rompió a reír porque Miley desconocía que aún no estaba libre de la influencia de su abuelo, ya que todavía estaba luchando en firme contra el poder de Demakis International. Era su deber protegerla de esas preocupaciones. Por eso no se lo había dicho. Lo único que quería es que todo fuera como había sido en La Toscana.

Nick-.Ahora mi mujer me excusa por ser cruel? No te molestes. No estoy avergonzado de lo que soy.

Miley podía sentir la hostil distancia que Nick quería interponer entre los dos. Él era muy orgulloso. Al fin y al cabo, para él, la familia lo significaba todo. Le tenía que haber dolido mucho creer que ella no quería tener un hijo con él.
Miley-.No quería decirte lo de la píldora porque sabía que crearía un estúpido malentendido.

Nick se encogió de hombros con frialdad.
Nick-.Qué malentendido? Como te he dicho, yo no quería un hijo hasta que cometí el error de pensar que tú estabas desesperada por tener uno. Sigue tomando la píldora. Tienes mi bendición. Mira, tengo que ir a la oficina. Han ocurrido muchas cosas desde que nos fuimos a Italia.

Miley se sintió decepcionada. Justo cuando acababa de abrirle su corazón, justo cuando estaba a punto de admitir lo mucho que quería tener un hijo con él, Nick se echaba para atrás y le daba con la puerta en las narices. Pero la cosa era incluso peor que eso. Había utilizado la palabra «desesperada» para describirla. Y, desde luego no quería que pensara que estaba desesperada por tener un hijo. Mucho menos después de saber que Nick sólo había considerado la posibilidad de ser padre para hacerla feliz a ella.

Miley-.Es eso lo que sientes de verdad? - con lágrimas en los ojos.
Nick-.Qué otra cosa puedo sentir? -y abrió la puerta.

«Me siento como si me quisieras menos que a un banco de esperma», pensó Nick al cerrar la puerta, en respuesta a la pregunta que su esposa le había hecho. Quería emprenderla a puñetazos con la pared. Necesitaba dar rienda suelta a las emociones explosivas que se habían desatado en su interior. Miley le había engañado y él había picado el anzuelo. La mente de Nick seguía llenándose de pensamientos destructivos: «¿Y si me mintió con aquello del banco de esperma? Si le hubiera concedido el divorcio y ella se quedaba embarazada, ¿quién me dice que Leo Burleigh no estaba destinado a ser el padre de su hijo? ¿Miley, tan convencional como era, había recurrido a un banco de esperma? ¿Cómo había podido creerlo?».
Una vez más, había infravalorado a su mujer. Miley había sabido mirar más allá de su fachada y había descubierto que era un bastardo. Nick se pasó sus largos dedos bronceados por el pelo y después examinó su mano con el ceño fruncido, por que de repente la mano estaba temblando. ¿Qué era lo que pasaba? Estaba en un momento desesperado. Tenía que luchar para sobrevivir en los negocios y, ahora más que nunca, necesitaba su astucia y su fuerza. Nunca se había sentido tan en desventaja frente a un desafío. Si se ponía en el mejor de los casos, Miley le había puesto a prueba durante la luna de miel. Pero, si consideraba las cosas desde un punto de vista menos prometedor, entonces se podía pensar que estaba a punto de abandonarlo por otro hombre. ¿Por qué si no una mujer que había deseado tanto tener un hijo se echaba ahora para atrás?

Cuando Miley acabó de vestirse y salió en busca de Nick, ya era demasiado tarde: se había marchado. El pánico la asaltó. Descolgó el teléfono para llamarlo y, entonces, dudó. ¿No sería mejor esperar a que llegara a casa? «Sí, volverá más calmado y entonces podremos utilizar un poco más de sentido común para seguir hablando del tema. Además, yo también tengo que calmarme». Se sentía al borde de las lágrimas. Frenética, furiosa, herida. Aterrorizada. Nick había sido sincero con ella: no quería tener un hijo. Lo había admitido a la vez que la censuraba por tomar la píldora. Pero eso no le daba ningún consuelo. Lo que realmente le importaba era que ella había herido su orgullo y se culpó a sí misma por no haber sido más sincera con él en Italia.

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