CON la ayuda de Dottie, Miley dispuso
en un confortable lugar las cestas para sus perros más viejos, Sooty y Minnie,
y los hizo quedarse allí, puesto que el cocinero había dejado bien claro que no
le entusiasmaba tener ningún tipo de animal de cuatro patas en sus dominios.
Dottie se puso a la defensiva
sintiendo simpatía por Miley
Dottie-.Señora, Oakmere es su casa.
¡Debería decirle a ese chef marisabidillo que se aguante con los perros!
Miley-.La cocina es su territorio y
gracias a Dios que lo es, porque yo odio cocinar -le recordó Miley -. No a todo
el mundo tiene por qué gustarle los animales.
Miley nunca había vivido sin una
pareja de perros a sus pies. Y sin embargo era consciente de que Nick había
crecido sin mascotas y no estaba acostumbrado a vivir con ellas. Dottie se
marchó. Miley tenía ganas de explorar la casa y ver cómo marchaban las obras de
remodelación, pero se estaba haciendo demasiado tarde. Embarrada todavía y más
que cansada por la tarea de dar agua y alimento a los animales, se apresuró
escaleras arriba para tomar una ducha y cambiarse antes de la cena. Se sentía
increíblemente fatigada y pensó que quizá iba siendo hora de pasar por una
revisión médica. Después de todo, se recordó, su ciclo menstrual se había
alterado, lo cual no era normal en ella.
Veinte minutos después, Miley salió
del baño envuelta en una toalla y con el pelo aún húmedo peinado hacia atrás.
Nick la esperaba de pie, mirando a través del ventanal de la habitación. Los
ojos de Miley se encendieron: ansiaba contarle lo bien que había funcionado el
refugio de animales durante su ausencia. Pero cuando Nick se dio la vuelta, Miley
percibió el enfado de su mirada y el estómago le dio un vuelco.
Miley-.Qué ocurre? ¿Qué ha pasado?
-le dijo.
En respuesta a su pregunta, Nick lanzó
a sus pies la lámina de píldoras.
Miley tragó saliva y apretó los
labios sin esconder su sentimiento de culpa.
Miley-.Cariño...
Nick-.Eso es todo lo que tienes que
decirme? -contraatacó
Miley-.Esas píldoras estaban en mi
bolso -evitó la pregunta-. ¿Cómo las has encontrado?
Nick-.Tropecé con tu bolso al salir
del coche y se cayeron.
Con las mejillas al rojo vivo, Miley intentó
seguir evitando la confrontación.
Miley-.Ya había decidido dejar de
tomarlas
Nick-.Y se puede saber cuándo tomaste
esa decisión?
Miley se ruborizó porque sabía que su
respuesta no le iba a causar la menor impresión.
Miley-.Anoche.
Nick-.Cuándo decidiste tomar
anticonceptivos? -su gesto ceñudo seguía sin desaparecer. Ella se lo dijo. –Así
que has estado mintiéndome desde el momento en que empezamos a vivir como
marido y mujer.
Miley se encogió pero intentó
defenderse:
Miley-.Es una forma muy exagerada de
decirlo...
Nick-.Y cómo te gustaría que lo
dijese? -su profunda voz tenía un tono peligrosamente tranquilo.
Miley-.Como si fuese una cosa del
pasado.
Nick-.Eso no me importa.
Miley-.Pues debería importarte porque
tomé esa decisión en el pasado, no ahora.
Nick-.Lo que importa es la confianza
que sentía por ti
Miley-.Sí, pero las circunstancias...
Nick-.No cuentan. Deberías haberme dicho
que estabas usando métodos anticonceptivos. Es algo que deberíamos haber
discutido entre los dos. Pero tú no querías, ¿verdad? Preferiste hacerlo a mis
espaldas y engañarme.
Miley podía sentir cómo contenía la
rabia. Lo notaba en la rigidez de su cuerpo, en el resplandor de sus ojos, en
la prominencia de sus mejillas. Quería gritar por la frustración. Todo había
sido tan maravilloso, tan perfecto; el futuro, tan prometedor. No tenía porqué
haber sabido que estaba tomando esas malditas píldoras. ¿Por qué no se había
deshecho de la evidencia cuando aún estaba a tiempo?
En medio de todos esos pensamientos,
le sorprendió la presencia de otras ideas en su cabeza. ¿No había sido ella
siempre sincera? ¿Por qué Nick no tomaba eso en consideración? Había vuelto a su vida
y ahora le importaba más que nada en el mundo. No quería que su relación con él
se estropease.
Nick-.Durante todo el tiempo que
pasamos en Italia no dijiste que estabas tomando anticonceptivos -dijo para
romper el silencio.
Miley-.Ni se me ocurrió pensar en
ello -a la defensiva-. Lo único que me importaba era lo feliz que estaba siendo
contigo y...
Nick-.Feliz?... ¿En serio? -una nota
sarcástica apareció en su voz-. Pues te salió muy bien la actuación. ¡Querías
un hijo, pero en ningún momento pensaste en tenerlo conmigo!
Miley-.Eso no es cierto y, además, no
estaba actuando...
Nick-.Hace un par de meses estabas
dispuesta a ir a un banco de esperma y elegir a un extraño para que fuera el
padre de tu hijo. Yo no soy lo suficientemente bueno para ti.
Miley-.Eso es ridículo -tartamudeó -.
No estaba preparada todavía para contarte lo de los anticonceptivos. Es sólo
eso.
Nick-.No me lo ibas a contar. ¿Crees
que no me doy cuenta?
Miley-.No eres nada justo, Nick - estaba
tan tensa, que le dolía la espalda.
Nick-.Y tú si lo eres? - en tono
iracundo mientras su gesto impasible iba poco a poco tornando en una mueca de
cólera-. ¿Qué hay de justo en hacerme creer que estabas dispuesta a formar una
familia conmigo? Yo quería tener un hijo por ti. Me parecía un poco apresurado,
pero sabía que tú lo deseabas. ¿Es así como me pagas por intentar darte lo que
querías? ¿Me pagas con mentiras y engaños?
Y fue en ese preciso momento cuando Miley
se dio cuenta del daño que había causado a su matrimonio. Se sintió horrorizada.
El poco control que aún mantenía sobre sus emociones se vino abajo.
Miley-.Acaso me diste otra opción al
principio? No sabía qué esperar de ti -protestó-. Me obligaste a consumar
nuestro matrimonio y tuve que protegerme como pude. Estaba pensando en nuestro
futuro...
Nick-. Theos mou... ¿así que todo lo
que hemos compartido no ha sido más que un engaño? -replicó ásperamente-.
¿También estabas fingiendo tu felicidad?
Aumentó la sensación de pánico que Miley
tenía. Se sentía como un boxeador arrinconado en el ring.
Miley-.No, por supuesto que no
-contestó-. Pero antes de llegar a Italia no sabía cómo iban a ir las cosas
entre nosotros. Por eso empecé a tomar la píldora. No podía arriesgarme a
quedarme embarazada. Si tenía un hijo tuyo, eso te hubiera dado un control
incluso mayor sobre mí.
Nick-.Podrías habérmelo dicho a la
cara.
Miley-.No pensé en ello al principio.
Luego me di cuenta que debería habértelo dicho, pero no quería que te
enfadases.
Nick-.Quizá guardarte esa carta te
hacía sentir que poseías un control sobre mí -su gesto volvió a endurecerse.
Miley-.Sí, quizá sentí eso una o dos
veces - estaba demasiado alterada para elegir sus palabras con delicadeza.
Nick perdió el color al escuchar la
confesión de Miley. Le clavó la mirada, preñada de agresividad.
Nick-.No eres la mujer que creí que
eras.
Miley-.Tal vez no debería haber
admitido lo que acabo de decir, pero ¿sabes Nick? Yo también tengo sentimientos
- Miley sintió un nudo en el estómago, como si estuviera caminando por el borde
de un abismo peligroso-. Al principio estaba muy enfadada contigo, pero también
tenía miedo...
Nick-.Miedo? -la interrumpió -.
¡Nunca te he dado el menor motivo para sentir miedo de mí!
Miley-.Y qué hay de aquella vez que
me dijiste que, si no seguíamos casados, te desharías de mis animales?
Nick-.Sólo era una amenaza vacía.
Parte de la negociación - se encogió de hombros con elegancia-. Sabía desde el
principio que aceptarías. Créeme, nunca habría permitido que le pasara nada a
tus animales.
Miley-.Me gustaría creerte, pero no
puedo. No eres la persona más compasiva del mundo, Nick. Hubo un tiempo en que
no quería aceptar esa parte de ti. Te idealizaba, lo cual era bastante estúpido
por mi parte. Después de todo, tienes la reputación de ser cruel en los
negocios... y cuando te exigí el divorcio descubrí que eras mucho más retorcido
de lo que me imaginaba.
Al escuchar esa crítica tan directa,
Nick se quedó paralizado. No se lo esperaba. Pensaba que Miley tenía una imagen
romántica de él casi perfecta. Por un momento, una nota de rubor tiñó sus
mejillas, pero desapareció inmediatamente dejando su rostro completamente
pálido.
Nick-.No soy así...
Miley-.Sólo sabes comportarte de esa
manera. Eres increíblemente dominante, Nick. Tú dictas la ley: pides y pides, y
esperas que los demás sigamos tus reglas.
Nick-.No me comporté así en Italia –sus
ojos le hacían un reproche a Miley -. No te traté así, thespinis mou.
La hostilidad del ambiente y el miedo
que sentía por el futuro de ambos aterraron a Miley. Y sin embargo, no se
retractó de nada de lo que había dicho:
Miley-.Estoy de acuerdo contigo...
pero eso no cambia la forma que tuviste de atarme a ti al principio. ¿Por qué
intentas ignorar lo que es tan evidente? Me obligaste a hacer algo que no
quería... igual que hizo mi abuelo... ¡Y por nada del mundo iba a permitir que
ocurriera de nuevo!
Nick-.Eso no excusa que tomaras
píldoras anticonceptivas para asegurarte de que no ibas a tener un hijo mío -la
condenó con su acento griego haciéndose más pronunciado por momento.
Miley-.Mi decisión de tomar la píldora
fue una decisión del pasado. Ahora las cosas han cambiado.
Nick-.Lo sé, estoy pagando por mis
pecados. Hay quien diría que lo tengo bien merecido
Miley-.Yo no...
Pero Nick ya no le prestaba atención.
Estaba concentrado en sus recuerdos y la sombría expresión de su rostro hizo
que a Miley se le pusiera la piel de gallina.
Miley-.No seas así...
Nick-.Y cómo quieres que sea?
Miley se movió hacia él y acercó su
mano en un intento de acariciarlo. Sin embargo, apretó los dedos en un puño y
dejó caer la mano. Todo el coraje que tenía la abandonó en el instante
decisivo, al darse cuenta de que Nick la rechazaría dado su estado de ánimo.
Miley-.Me doy cuenta de que, si te
has vuelto una persona dura, es sólo porque has tenido que hacerlo para sobrevivir.
Toda tu familia dependía de ti y tuviste que aprender a dar golpes bajos para
librarte del poder de mi abuelo y continuar en los negocios.
Nick rompió a reír porque Miley desconocía
que aún no estaba libre de la influencia de su abuelo, ya que todavía estaba
luchando en firme contra el poder de Demakis International. Era su deber
protegerla de esas preocupaciones. Por eso no se lo había dicho. Lo único que
quería es que todo fuera como había sido en La Toscana.
Nick-.Ahora mi mujer me excusa por
ser cruel? No te molestes. No estoy avergonzado de lo que soy.
Miley podía sentir la hostil
distancia que Nick quería interponer entre los dos. Él era muy orgulloso. Al
fin y al cabo, para él, la familia lo significaba todo. Le tenía que haber
dolido mucho creer que ella no quería tener un hijo con él.
Miley-.No quería decirte lo de la
píldora porque sabía que crearía un estúpido malentendido.
Nick se encogió de hombros con
frialdad.
Nick-.Qué malentendido? Como te he
dicho, yo no quería un hijo hasta que cometí el error de pensar que tú estabas
desesperada por tener uno. Sigue tomando la píldora. Tienes mi bendición. Mira,
tengo que ir a la oficina. Han ocurrido muchas cosas desde que nos fuimos a
Italia.
Miley se sintió decepcionada. Justo
cuando acababa de abrirle su corazón, justo cuando estaba a punto de admitir lo
mucho que quería tener un hijo con él, Nick se echaba para atrás y le daba con
la puerta en las narices. Pero la cosa era incluso peor que eso. Había
utilizado la palabra «desesperada» para describirla. Y, desde luego no quería
que pensara que estaba desesperada por tener un hijo. Mucho menos después de
saber que Nick sólo había considerado la posibilidad de ser padre para hacerla
feliz a ella.
Miley-.Es eso lo que sientes de
verdad? - con lágrimas en los ojos.
Nick-.Qué otra cosa puedo sentir? -y abrió
la puerta.
«Me siento como si me quisieras menos que a un banco de
esperma», pensó Nick al cerrar la puerta, en respuesta a la pregunta que su
esposa le había hecho. Quería emprenderla a puñetazos con la pared. Necesitaba
dar rienda suelta a las emociones explosivas que se habían desatado en su
interior. Miley le había engañado y él había picado el anzuelo. La mente de
Nick seguía llenándose de pensamientos destructivos: «¿Y si me mintió con
aquello del banco de esperma? Si le hubiera concedido el divorcio y ella se
quedaba embarazada, ¿quién me dice que Leo Burleigh no estaba destinado a ser
el padre de su hijo? ¿Miley, tan convencional como era, había recurrido a un
banco de esperma? ¿Cómo había podido creerlo?».
Una vez más, había infravalorado a su
mujer. Miley había sabido mirar más allá de su fachada y había descubierto que
era un bastardo. Nick se pasó sus largos dedos bronceados por el pelo y después
examinó su mano con el ceño fruncido, por que de repente la mano estaba
temblando. ¿Qué era lo que pasaba? Estaba en un momento desesperado. Tenía que
luchar para sobrevivir en los negocios y, ahora más que nunca, necesitaba su
astucia y su fuerza. Nunca se había sentido tan en desventaja frente a un
desafío. Si se ponía en el mejor de los casos, Miley le había puesto a prueba
durante la luna de miel. Pero, si consideraba las cosas desde un punto de vista
menos prometedor, entonces se podía pensar que estaba a punto de abandonarlo
por otro hombre. ¿Por qué si no una mujer que había deseado tanto tener un hijo
se echaba ahora para atrás?
Cuando Miley acabó de vestirse y
salió en busca de Nick, ya era demasiado tarde: se había marchado. El pánico la
asaltó. Descolgó el teléfono para llamarlo y, entonces, dudó. ¿No sería mejor
esperar a que llegara a casa? «Sí, volverá más calmado y entonces podremos
utilizar un poco más de sentido común para seguir hablando del tema. Además, yo
también tengo que calmarme». Se sentía al borde de las lágrimas. Frenética,
furiosa, herida. Aterrorizada. Nick había sido sincero con ella: no quería
tener un hijo. Lo había admitido a la vez que la censuraba por tomar la
píldora. Pero eso no le daba ningún consuelo. Lo que realmente le importaba era
que ella había herido su orgullo y se culpó a sí misma por no haber sido más
sincera con él en Italia.
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