martes, 23 de diciembre de 2014

DINASTIA GRIEGA CAP 21



La tarde transcurrió lentamente, animada tan sólo por una llamada de Liam, quien pidió a Miley que lo acompañara para ver un par de apartamentos unos días más adelante. Fue después de medianoche cuando Nick llamó para decirle que tenía mucho trabajo y que pasaría la noche en su apartamento de Londres. Miley ocultó su decepción e intentó comportarse como si no pasara nada. Tal vez fuera buena idea dejar que las cosas se calmaran, pensó.
Nick estuvo fuera durante dos días y, al tercero, cuando volvió a Oakmere, era Miley la que estaba ausente. Nick miró en todas las habitaciones para comprobar si su esposa le había dejado alguna nota. Después, entró en el establo en su busca, pero no había señal de ella por ninguna parte. Cuando vio que no tenía otra opción, marcó el número de su móvil.

Nick-.Dónde estás? -preguntó un poco preocupado.
Miley-.Estoy en Londres con Liam, viendo unos apartamentos...

Nick respiró hondo, muy, muy lentamente.

Miley-.Estás todavía en el trabajo?
-No. Regresé a casa para pasar un poco de tiempo contigo.
Miley-.Y yo estoy fuera... Lo siento -se esforzó en hacerle ver que lo sentía de verdad-. Creí que tampoco vendrías esta noche.

A Nick no le resultó nada reconfortante la confesión de Miley. ¿Y si el atractivo y atento Liam era algo más que un amigo? ¿Cómo podía averiguarlo? Liam no hacia nada sin consultarlo antes con Miley. La telefoneaba continuamente y ella compartía un lazo muy estrecho con él. En comparación, Nick se encontraba en desventaja. Había presionado a Miley para que se fuera a vivir con él. Ella no lo amaba. Teniendo en cuenta lo que le había dicho sobre su carácter, estaba claro que ni siquiera le gustaba. Y sin embargo, no podía quitarle las manos de encima. Por lo menos, Miley sí se sentía sexualmente atraída por él. ¿0 había sido también eso parte de la actuación? ¿Una mera diversión, tal vez? Miley era una mujer muy sensual que había esperado demasiado tiempo para descubrir esa nueva dimensión de su naturaleza. Quizá ahora ardía en deseos de experimentar...

Miley-.Nick? -interrumpió el silencio de la línea telefónica-. Mira, tengo que irme. Te veo después.

Pasó bastante tiempo hasta que Miley llegó a la abadía. Lo único que deseaba era tumbarse y dormir durante, por lo menos, un mes. Por mucho que había intentado apresurarse en el camino de vuelta, no lo había conseguido. Nick la saludó, de pie frente a las escaleras. En el momento en que lo vio, a Miley se le hizo un nudo en el estómago. Tenía un aspecto tan poderosamente atractivo que apenas podía quitarle los ojos de encima.

Nick-.Dónde has estado? Intenté llamarte de nuevo. No contestabas al teléfono.
Miley-.Olvidé recargar la batería -suspiró-. Si te lo cuento, no te vas a creer los problemas que he tenido para volver a casa...
Nick-.Inténtalo
Miley-. Liam se eternizó hablando con el vendedor del apartamento que estuvimos viendo. Cuando volví al coche, tenía una rueda pinchada... Liam la cambió, pero tuvo un montón de problemas con las tuercas de la rueda - se apartó el flequillo de la frente, mojada por el sudor.
Nick-.Las tuercas de la rueda -repitió con su característico resplandor en los ojos-. ¿Es ésa la mejor excusa que tienes?

Abriendo los ojos como platos, Miley se detuvo en su camino escaleras arriba.
Miley-.¿Perdona? -preguntó sorprendida.
Nick-.Son las doce pasadas.
Miley-.No soy Cenicienta.
Nick-.Y yo no soy estúpido. Has estado con otro hombre durante horas.
Miley-.¿Con otro hombre? -preguntó, sin ser capaz de identificar inmediatamente a Liam como el objeto de las preguntas de su marido.
Nick-.No contestabas el teléfono... has estado fuera toda la tarde. ¿No te parece natural que sospeche?

Cuando Miley se dio cuenta de adónde quería llegar Nick con sus preguntas, apenas pudo ocultar su perplejidad.

Miley-.Sospechas de Liam y de mí? ¡Pero si está locamente enamorado de Stella desde hace años!
Nick-.Es la primera vez que mencionas el nombre de Stella, ¿no te parece eso un poco extraño?

Su persistencia desconcertaba a Miley. La tensión que se marcaba en sus rasgos faciales era muy real, sin embargo. Sólo entonces recordó Miley aquella ocasión en que Nick le preguntó por su amistad con Liam a raíz de la foto que había salido publicada en las revistas. La única contestación que ella le dio fue un largo silencio. Se sintió horriblemente culpable por no haber intentado acallar sus sospechas entonces. De hecho, hasta había disfrutado con la idea de que Nick pensase que sus afectos no estaban centrados exclusivamente en él.

Miley-.Leo y yo somos amigos. Eso es todo. Debí dejarlo claro desde el principio. El problema es que... quería que te sintieras un poco celoso -le confió avergonzada, a la vez que notaba un pequeño pinchazo en el vientre.
Nick-.No soy celoso -afirmó con los dientes apretados.

Luchando contra el mareo, Miley tuvo que reconocer que no se sentía bien y asió con fuerza la barandilla de la escalera. Tenía el rostro más blanco que la nieve.
Nick-.Theos mou... ¿Qué te pasa? -exclamó
Miley titubeó y sus rodillas cedieron bajo su peso. Se cernió la oscuridad en torno a ella. Nick se lanzó hacia su esposa y la tomó en sus brazos al desmayarse.
Miley recuperó la conciencia. Estaba tumbada en el sofá de la sala de estar.

Miley-.¿Qué ha ocurrido?

Nick se inclinó sobre ella. Sus brillantes y hermosos ojos oscuros mostraban una clara preocupación.

Nick-.Te desmayaste y casi te caes por las escaleras. Debes ir al médico.
Miley-.No seas tonto. No me pasa nada. Tan sólo estoy agotada Hice demasiadas cosas hoy. No he comido nada y estoy cansada.
Nick-.Ya veo que Liam te ha cuidado bien hoy, pethi mou -replicó.
Miley-.Una mujer no necesita que ningún hombre cuide de ella.
Nick-.Pues para mí es un placer cuidarte... y asegurarme de que comes y descansas y no tienes problemas -respondió sin dudarlo un momento-. Me gusta hacerlo.

Era cierto. Y además se le daba muy bien hacerlo. Miley recordó lo solícito que había sido en La Toscana. Había cuidado de que no tomase demasiado el sol o de que no se levantara más tarde que él. Habían cenado en los restaurantes favoritos de ella, visitado los lugares que ella quería ver. Le había consentido todo y le había hecho sentirse tan valiosa como el oro. Sin pensarlo, tomó la mano de Nik y se la llevó a la mejilla.

El tenso rostro de Nick se relajó y acarició a su esposa.
Nick-.Aun así quiero que mañana te vea un médico. Tienes un aspecto muy frágil.

Con ayuda de Nick, Miley se metió en la cama. Nick le llevó una tortilla que, según afirmó, había cocinado él mismo. Mientras se la comía, le pidió que le contase la historia de Liam y Stella. Se rió con franqueza en un par de ocasiones. Dijo que Liam era muy cobarde y que debía hablar con Stella cuanto antes. Al oír sus argumentaciones típicas de macho, Miley empezó a relajarse y se sintió feliz de nuevo. Había echado tanto de menos a Nick. Pero, se preguntó preocupada, ¿y si él no quería tener hijos? «Bueno, puedo vivir con ello. Nada es perfecto. Tal vez en el futuro cambie de parecer. Tengo al hombre de mi vida, ¿no debería ser eso suficiente?».

Miley-.Debería haberte dicho lo de la píldora -susurró ella a modo de disculpa.
Nick-.No... tenías razón. Debí haber recordado cómo empezó nuestro matrimonio.

Con los ojos sombríos, Nick contempló cómo su esposa caía dormida. Esa misma mañana había puesto Oakmere Abbey a su nombre para que, pasara lo que pasara, ella y el refugio estuvieran siempre seguros. Si no tenía cuidado, pensó Nick, podía perderla. De algún modo, tenía que hacer que cambiase la imagen que ella tenía de él. Hacer donaciones a Greenpeace y establecer premios para jóvenes emprendedores no era suficiente para impresionarla. Tenía que hacer algo compasivo por los animales.

Al amanecer, Miley se despertó y sonrió aletargadamente al sentir el firme y poderoso cuerpo de Nick a su lado. Lo miró. Él también estaba despierto y mirándola. Miley se preguntó por qué estaría tan serio. Acercándose a él, le hizo cosquillas para animarlo. Sorprendida por su incapacidad para reaccionar, acarició su torso con la mano. El tomó su mano.

Nick-.Estuviste enferma anoche... no deberíamos...
Miley-.Un rechazo me ofendería profundamente. Dijiste que para ti era un placer cuidarme -le recordó con ojos traviesos.
Los labios de Nick esbozaron una sonrisa.

Nick-.Es un gran placer, thespinis mou -afirmó, apretándola contra él y apoderándose de sus labios.

Un par de horas después, Miley bajó las escaleras apresuradamente para desayunar con Nick. Mientras cruzaba el recibidor, sin la menor advertencia, un espasmo de dolor le atravesó la pelvis e hizo que se retorciese.

Miley-.Nick! -gritó, aterrada.

Nick la llevó al hospital más cercano. Ambos se quedaron perplejos cuando, al hacerle una prueba de embarazo, el resultado dio positivo. Nada más averiguar que estaba embarazada de dos meses, Miley había sufrido un aborto. El ginecólogo les dijo que no debería haber tomado anticonceptivos hasta después de haber tenido la regla.
Miley permaneció tumbada en la cama de su habitación privada, con la vista perdida en el techo. Debía de haberse quedado embarazada la primera vez que se acostó con Nick. Su sueño más anhelado se había vuelto realidad, y ahora, cuando ya lo había conseguido, lo perdía para siempre.

Nick-.Si lo hubiéramos sabido... -respiró hondo, tomándola de la mano-. No lo supimos hasta que era demasiado tarde.
Miley-.Tienes razón -dijo, mirando a la pared.
Nick-.Yo soy el único culpable. Hicimos el amor y no hice que tomaras precauciones.
Miley-.Te había dicho que quería un hijo -sin entender cómo podía culparse.

Había logrado concebir un hijo y, de haber seguido embarazada, se habría sentido la mujer más feliz del mundo. Pero había sufrido un aborto y la conversación con Nick lo único que conseguía era recordarle la pérdida.
Nick-.Lo siento... no te puedes imaginar cómo - la tomó de las manos.                          
Nick no la había dejado sola ni por un momento. Había sido fuerte por ella, la había apoyado, había sido todo lo que un marido debía ser. Pero tan sólo unos días antes había admitido que realmente no quería tener un hijo con ella. Por supuesto, si hubiera sabido que existía la posibilidad de que se quedase embarazada, nunca lo habría admitido. Pero el caso es que se lo había dicho y Miley no podía olvidar su actitud. Sintió no haber conseguido ver a tiempo lo decente que era Nick.

Nick-.Dejé que mi orgullo se interpusiera entre nosotros...

Era una afirmación demasiado sorprendente como para que Miley no se girase sobre la almohada para mirarle.

Miley-.¿Cómo?
Nick-.Siempre he querido que me dieses un hijo -admitió con mirada sombría-. Pero cuando dijiste que tú no lo deseabas, no supe admitirlo.



Miley sintió un nudo en la garganta. Giró de nuevo la cabeza para que Nick no la viera llorar. Estaba claro que él intentaba reconfortarla mostrándole toda la simpatía de la que era capaz. Y lo hacía muy bien, tuvo que reconocer Miley. Pero no quería que le dijese mentiras, bien por lástima, bien por su sentimiento de culpa. ¿Por qué iba a sentirse culpable por decir que no quería tener un hijo? Muchos hombres con la edad y el estilo de vida de Nick dirían lo mismo y no pasaba nada.

Miley-.Creo que quiero dormir -murmuró.
Nick-.Adelante... No te molestaré.

Se hizo el silencio.
Miley-.Me gustaría estar sola -susurró ella.
Nick-.No creo que debas estarlo, pethi mou.
Miley-.Vete a casa, por favor ¿No tienes trabajo que hacer?

La puerta se cerró. Miley volteó otra vez la cabeza sobre la almohada y centró la mirada en la silla vacía en la que Nick acababa de estar sentado. Quería que se fuese pero, con la misma rapidez e irracionalidad, lo quería ahora de vuelta. Hundió su cabeza en la almohada.
Tres días después, Nick la recogió y la llevó de vuelta a Oakmere. Miley cambiaba de tema cada vez que él intentaba hablar sobre el aborto...


Habían pasado seis semanas desde que Miley regresó del hospital. Escuchó cómo sonaba el teléfono en el recibidor de la abadía. El mayordomo lo contestó antes de que ella pudiera llegar y le tendió el auricular.
****-.Estoy hablando con Miley Angelis? -preguntó una voz masculina que hablaba un inglés con acento-. ¿La nieta de Theo Demakis?

Miley-.frunció el ceño -Sí... ¿por qué?

Era el abogado de su abuelo, Gregoly Lelas. La llamaba para informarla de que su abuelo había muerto repentinamente esa misma mañana de un ataque al corazón. Miley sintió un súbito mareo. Siempre había guardado en secreto la esperanza de que Theo Demakis llegase a lamentar algún día lo mal que la había tratado y la reconociese como un miembro más de su familia. Pero ahora era demasiado tarde.
Al ver de lejos la pálida expresión de Miley, Nick entró en la habitación.

nick-.¿Qué ha pasado?
Miley-. mi abuelo ha muerto.

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