martes, 23 de diciembre de 2014

DINASTIA GRIEGA CAP 24



Nick contempló a su esposa sin haberse recuperado todavía de la profunda impresión. Entonces, abrió los brazos en un gesto de aceptación.

Nick-.Si tú lo dices,... aunque apenas puedo creerlo.
Miley-.Espera a ver la grabación que hizo -y saltó de la cama sacando el disco del bolso.
Nick extendió una mano y le agarró el DVD.
Miley-.Theo se filmó a sí mismo y... -de repente, pensó en que algunas de las cosas que su abuelo decía en el vídeo no eran nada halagadoras para Nick-. Quizá no deberías verlo...
Nick-.Por qué no?

La tensión del ambiente hizo que el corazón de Miley se acelerara. Lamentó haber sido tan inconsciente al hablarle de la grabación.
Miley-.Nunca te llevaste bien con él.
Nick-.Tampoco tú... ni el resto de la raza humana. ¿Qué dice sobre mí?
Miley-.P...po...por qué asumes que dice algo sobre ti?
Nick-.Si Theo se tomó la molestia de rodar un vídeo, sería para presumir de lo listo que era.
Miley-.Mira, el vídeo es mío y me gustaría que me lo devolvieses... -tendiéndole la mano.
Nick-.No... Insisto en verlo -lanzó una mirada de desafío.
Y lo vio.

Miley estaba horrorizada por la vergüenza que sentía. Al ver las primeras imágenes, aquéllas en las que Theo se envanecía por haber conseguido convertirla en heredera de todo para que pudiese tener control sobre su marido, Miley pudo comprobar cómo el rostro de Nick palidecía.
Miley-.Nick... no dejes que te afecte.

Nick interpuso una mano para pedir silencio a su esposa. Miley podía sentir cómo el cuerpo de Nick vibraba de rabia al escuchar las maquinaciones de Theo.
Nick-.Tiene razón... Fui un invecil -gruñó
Miley-.No, está equivocado... eres muy diferente a él y no me gustaría que fueses de otra manera. Por favor, para el vídeo.

Pero Nick no hizo caso. Con una expresión marmórea en su perfil clásico, contempló la grabación desde el principio hasta el final y, después, la volvió a poner para asegurarse de que las interrupciones de su esposa no le habían hecho perderse una sola de las venenosas palabras de Theo. Al acabar, se giró hacia ella, con sus ojos resplandeciendo tan peligrosamente como el fuego de una hoguera.

Nick-.Si te quedas con ese dinero, te dejaré...
Miley se quedó mirándolo, segura de haber oído mal.
Miley-.No puedes estar hablando en serio
Nick-.Al fin ya al cabo, no habías contado con esa fortuna, thespinis mou.
Miley-.Estás enfadado por todo lo que ha dicho Theo.
Nick-.Una vez dijiste que no eras más que un activo financiero para mí. Que era eso lo que yo pensaba de ti. No quiero pasar a la historia como el marido de la heredera de Demakis.
Miley-.Pues lo eres, afrontalo!
Nick-.No, si puedo evitarlo. No me digas que te has dejado corroer por la codicia tan pronto -con un cierto tono de desprecio.
Miley-.No tengo por qué justificarme ante ti. Soy una Demakis. -Nick le dirigió una mirada de sorpresa. –Qui...quiero decir... que... Theo era mi abuelo y ésa era la única razón por la que me hizo heredera. Finalmente me reconoció como nieta suya en el vídeo. Esperó hasta la muerte, pero por fin hizo algo para que pudiera sentirme como un miembro de su familia. No voy a rechazar todo lo que consiguió después de una vida de duro trabajo -protestó
Nick-.Entonces tienes un problema, porque no pienso ser el mantenido de nadie.
Miley-.Ni siquiera te he ofrecido que lo seas -contraatacó, intentando que no se le derramaran las lágrimas-. Cuando nos casamos, era yo la que no poseía nada. Sólo la ropa que llevaba puesta. Tuve que vivir con ello...
Nick-.Claro, lo llevabas tan bien, que por eso huiste a otro país...
Miley-.¿Cómo puedes echarme eso en cara?
Nick-.Soy griego hasta la médula querida. Y siempre lo seré, glikia mou.
Miley-.Voy a ser rica... ¡y disfrutaré cada centavo de mi dinero!
Nick-.Pero no será conmigo con quien lo disfrutes.
Las palabras quedaron en el aire. Miley estaba furiosa con él.

Miley-.¿Así que no quieres estar casado con la heredera de la fortuna Demakis? Muy bien. Si eso es lo que quieres, ¡volveré a mi país!
Haciendo una pausa tan sólo para recuperar su DVD y meterlo en el bolso, Miley salió al recibidor. Su bolsa de viaje estaba allí. La agarró. Le estaba dando mucho tiempo a Nick para que dijese algo y la detuviera. Algo como, «¿adónde vas?» O, «¡vuelve aquí!» O incluso: «hablaremos de esto mañana». El terrible silencio sonaba para ella como la calma que precede a un huracán. Cerró con fuerza la puerta del apartamento y salió a la calle.

Tomó un taxi de vuelta a la villa Demakis y, una vez allí, empezó a sentirse como si siempre hubiera vivido en esa casa. El personal que todavía estaba de servicio se reunió para presentarse formalmente ante ella. El cocinero le prometió una cena especial, bien calculada para tentar el apetito más delicado y el mayordomo la condujo hacia una magnífica habitación que tenía un balcón con vistas al jardín. Miley tomó una ducha.

¿Por qué se sentía tan destrozada? ¡Estaba furiosa con Nick y tenía todo el derecho a estarlo! La cena llegó en una bandeja. Los nervios siempre le producían hambre, pero cuando vio la comida y pensó que quizá nunca más volvería a estar en los brazos de Nick, se sintió paralizada por el miedo. Quería a Nick. Lo deseaba. Lo que había ocurrido era una locura. Nick había luchado por tenerla como esposa. La había forzado a vivir con él como marido y mujer. Se había tomado muy en serio el matrimonio. No podía decidir así como así que ya no la quería tan sólo porque había heredado tanto dinero... ¿O sí?
¿Cómo podía ser tan poco razonable? Nick estaba lleno de reacciones machistas y de un orgullo feroz. Miley recordó que había admitido que, ocho años atrás, no le había gustado nada la idea de casarse con alguien que podía ser visto como un buen activo financiero para él. ¡Qué aviso tan profético! Estaba claro que Nick no andaba detrás de su dinero. A ningún hombre decente le gustaría ser un caza fortunas. Eso podía entenderlo, pero lo que no podía entender era que estuviese dispuesto a abandonar a su esposa por una cuestión de principios.

Los perros ladraban frenéticamente en el jardín que rodeaba la villa. La conmoción canina hizo que Miley saliera al balcón que daba al jardín. Un agente de seguridad se aproximó para disculparse por el ruido. Explicó que habían visto a un hombre escalar la tapia del jardín. Lo habían perseguido, pero el intruso había logrado escapar.

Miley se metió en la cama sintiéndose cada vez más enojada. Pero, oculto bajo tanta rabia, había un mar de inseguridad y miedo. Amaba a Nicholas Angelis. Lo adoraba. Era tan, tan feliz con él... y, sin embargo, había dejado que se abriese una grieta en su relación él al apartarlo de su lado después del aborto. Dicho abismo entre ambos había durado sólo dos semanas pero había causado una herida irreparable a su relación. Nick lo había dejado bien claro: «Yo también he perdido un hijo». Tal vez lo que ocurría es que estaba todavía enfadado por eso. Se dio cuenta de que quizá no debería haberse ido de su apartamento tan apresuradamente. El cansancio hizo que Miley se durmiera instantáneamente.

Al amanecer, se le ocurrió una idea que, al principio, le pareció descabellada. Le dio vueltas y vueltas hasta que empezó a ver que su idea podía funcionar. Podía hacerle a Nick lo que él le había hecho a ella. Podía presionarlo a través de su empresa. ¿Por qué no? ¿Acaso tenía algo que perder? ¿De qué le servía el orgullo si, por conservarlo, iba a perder a su marido?

El delicado y veraniego vestido azul que se puso tenía un escote en forma de V Miley se examinó en el espejo desde todos los ángulos y tuvo especial cuidado al maquillarse. Nick debía de estar en su oficina de Atenas. Iba allí un par de días al mes. Hacía un tiempo, Miley había planeado acompañarlo en sus viajes. Últimamente había empezado a sentir una terrible ansiedad cada vez que dejaba de verlo o hablar con él durante más de diez horas. Todas las barreras se habían venido abajo y el amor había impuesto su ley sobre Miley. Pero cuando Nick escuchase lo que tenía que decirle, iba a llevarse una buena sorpresa. No tenía la más ligera idea sobre cómo iba a reaccionar...

Antes de que pudiera salir de casa, Cassia Morikis apareció en la verja de la finca y preguntó por ella. Casi a punto de negarse a recibirla, Miley cambió de opinión e hizo entrar a la hermosa rubia en la sala de estar.
Con un aire inusualmente apagado, Cassia miró fijamente a Miley.

Cassia-.Seguro que te imaginas por qué estoy aquí. Me temo que bebí demasiado ayer y fui muy desagradable contigo.
Miley sabía a la perfección que el verdadero motivo de la visita era que Cassia debía de haberse enterado de que, ahora, su padre era empleado suyo.
Miley-.Sí. Lo fuiste.
Cassia-. Espero que sepas aceptar mis disculpas.Estoy segura de que Nick querría que me perdonases.
Miley-.A Nick no le puede importar menos que te perdone o no. Le dije quién echó droga a su bebida -contraatacó, observando con deleite cómo la vergüenza se asomaba a los ojos de Cassia-. Pero te aseguro que tu comportamiento en el pasado no tendrá ninguna consecuencia sobre el puesto de trabajo de tu padre. Pero no te seguro nada del futuro.

Minutos después de la apresurada partida de Cassia, Miley abandonó la villa.

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