martes, 23 de diciembre de 2014

DINASTIA GRIEGA CAP 22



Nick-.como te sientes?

Nick acomodó a Miley en un asiento de su jet privado con tanto cuidado como el que hubiera empleado con una inválida.

Miley-.Estoy perfectamente bien

Sus blancos dientes rechinaron al pronunciar tal afirmación. Estaba segura de que, si le preguntaba una vez más qué tal se encontraba, se pondría a gritar. Tantas y tan exageradas atenciones le parecían del todo innecesarias. Ahora no sufría la menor molestia física. Irónicamente, se sentía con la salud de un caballo.

Cuando despegaron, Miley se puso a leer el Nacional Geographic e intentó parecer que no se daba cuenta de la mirada de Nick.

Nick-.No me hablas... –murmuró.
Miley-.Por supuesto que te estoy hablando. ¡No soy una niña, por Dios!
Nick-.No te conozco cuando te pones así. Es como si estuvieras rodeada de alambre de espino.
Miley-.Vamos de camino a un funeral. Perdona si no me pongo a parlotear -se tapó la cara con la cubierta de la revista.

Nick dejó su asiento y se sentó en el que estaba al lado de Miley.
Nick-.Podemos superar todo esto... pero tenemos que hablar.

Miley tiró la revista al suelo hecha un manojo de nervios. Sentía que sus emociones descansaban en el filo de una navaja. Su corazón estaba lleno de impulsos contradictorios. Quería que Nick estuviera cerca de ella y, al mismo tiempo, no podía resistir la tentación de empujarlo y apartarlo de ella...Con la mano, se alargó el bajo de la elegante falda que llevaba puesta.

Miley-.Déjame tranquila ahora, por favor.
Nick-.Yo también he perdido un hijo...No me apartes de tu lado, thespinis mou.

Al levantarse para ir al compartimiento donde se encontraba la cama, Nick le agarró la mano.
Miley-.Qué?
Nick-.Podemos compartir algo más que una cama -le dijo con un candor desconcertante.

Furiosa, se libró de su mano y huyó de él. Desde que perdió el niño, Nick se había pasado las noches enteras abrazándola sin ni siquiera tocarla. ¿Sabía él lo mucho que echaba de menos el sexo? Y ahí estaba ella, sin apenas dirigirle la palabra y, aun así, sin poder apaciguar el deseo que sentía por él. Sus manos se cerraron en puños. Nick tenía razón. Había una barrera entre ellos, pero esa barrera era mucho más simple de lo que él creía.
Por supuesto, ya no culpaba a Nick porque este no hubiera querido tener un hijo. No era tan estúpida como para seguir culpándolo por eso. No, después del aborto, Miley se había dado cuenta de que, si estaba sufriendo, era sólo por culpa de ella misma. El amor no correspondido provocaba ese tipo de desilusiones. Lo peor de todo era que ella estaba obsesivamente enamorada de Nick. Siempre lo había estado. Pero cuando eran tan sólo amigos, por lo menos había entre los dos la suficiente distancia como para que ella pudiese conservar su orgullo, su sentido común y su independencia. En resumen, se las había arreglado muy bien sin Nick. Después de que el sacerdote bendijera por segunda vez su matrimonio, sin embargo, las cosas habían cambiado y, con ellas, también sus aspiraciones.

Aun así, no podía culpar a Nick por no amarla. Él nunca le había prometido amor eterno. Se comportaba como un romántico porque había nacido para ello. Tenía el gesto apropiado y la palabra apropiada para cada momento. Después de ser tratada durante tres semanas en La Toscana como una diosa, el regreso a la realidad había sido especialmente duro. Nick no la amaría nunca y tenía que aprender a vivir con ello. Ya encontraría la manera de forjar otro tipo de intimidad con él, razonó. Su orgullo estaba haciendo que se alejara, pero no quería destruir el matrimonio; no quería perderlo. Más valía que se contentase con lo poco que tenía.

Miley-.He dormido un poco... y ahora me encuentro mejor -le aseguró con una sonrisa firme mientras se aproximaban al aeropuerto de Atenas-. Lo siento mucho, estoy un poco alterada.
Nick-.Considerando todo lo que has pasado, te has comportado como una santa - haciendo con su carismática sonrisa que el corazón de Miley diera un vuelco.

Miley se llevó una gran sorpresa al ver que un rostro familiar la saludaba con solemne formalidad al bajar del avión. Le reconoció al instante como el chófer de su abuelo.
Miley-.Dios mío... no esperaba que viniese nadie a recibirme.

Al cabo de un rato, Miley le preguntó a Nick:
-¿Crees que el conductor ha venido a recogernos por su propia voluntad? Los sirvientes de mi abuelo eran muy amables conmigo cuando llegué a Grecia.

La experiencia de Nick le decía que, por regla general, el servicio no tomaba nunca esa clase de iniciativas, fueran o no fueran amables. ¿Estaban intentando quizá los abogados de Theo correr un tupido velo sobre la crueldad con la que Demakis había tratado a su nieta? El ofrecerles una limusina para ir al funeral era un precio bastante barato para silenciar el comportamiento de Theo. La sonrisa de Nick se torció con una mueca sardónica y consideró que ésa debía de ser la respuesta a tanta amabilidad.
Desde el aeropuerto fueron a la casa de la familia de Nick, donde los habían invitado a comer. Miley había recibido llamadas muy cordiales y comprensivas de su suegra y sus cuñadas. El padre de Nick los acompañó a la iglesia.

Durante el servicio religioso, Miley se dio cuenta de que unas cuantas cabezas se giraban para mirarla. Fue ya en el cementerio donde empezó a lamentar profundamente el no haber podido llegar a intimar con su difunto abuelo y los ojos se le llenaron de lágrimas. Theo Demakis había sido el último familiar que le quedaba con vida y hasta el final había sido un hombre testarudo e implacable que rechazó todos los intentos de Miley por acercarse a él. Por supuesto, sólo podía culpársele a él por ese comportamiento. Mientras Nick estaba hablando con su padre, Gregoly Lelas se acercó a Miley para comprobar si estaba dispuesta a visitar la mansión Demakis después del entierro.

A Miley le sorprendió enormemente la pregunta.
Miley-.No tenía intención de hacerlo
Gregoly-.Pero, usted debe de ser la anfitriona. Es la última de los Demakis. Son sus invitados -puntualizó como si no hubiera nada de extraordinario en que Miley asumiera ahora el papel que Theo le había negado en vida-. Además, aprovecharé la ocasión para leer el testamento.

La idea de hacer de anfitriona en la palaciega mansión Demakis agitó a Miley, pero enseguida comprendió que no tenía otra alternativa. Al ser mencionado el testamento, los ojos de Miley se abrieron de par en par. ¿Le habría dejado algo? ¿Un pequeño recuerdo? 0 quizá algún tipo de souvenir que le hiciese recordar lo mucho que había decepcionado a su abuelo.

Nick-.No puedo acompañarte, querida -con tono de disculpa-. No sería apropiado que yo hiciera acto de presencia en casa de Demakis.
Miley-.Pero eres mi marido -protestó en vista de que iba a dejarla sola
Nick-.Siento decepcionarte... pero, tal y como están las cosas, no puedo ir -la tomó de la mano, acariciándole la muñeca con su pulgar para reconfortarla-. La limusina me dejará en mi oficina y volverá a la mansión Demakis para esperar hasta que acabes. Estaré en mi apartamento a las seis.

Miley sintió que había esperado demasiado de Nick, considerando la enemistad que había habido entre Theo y él, así que sonrió a su marido de manera comprensiva. En cualquier caso, los invitados la mantuvieron demasiado ocupada como para notar la ausencia de su marido.

Le perturbó, sin embargo, ver cómo Cassia Morikis se acercaba hacia ella con la elegancia y el respeto de quien se acerca a alguien de la realeza. Con su resplandeciente cascada de cabello rubio platino y cubierta por un vestido negro muy elegante, Cassia tenía el aspecto de una muñeca exquisita que alguien había puesto en la tierra sólo para deprimir al resto de mujeres mortales.
La rubia miró a Miley con sus radiantes ojos.
Cassia-.A mucha gente le impresionó que Nick apareciese en el funeral. Tiene mucha clase. Tú nunca estarás a su altura. No te diste cuenta de que yo también estaba allí, ¿verdad? Estabas demasiado ocupada esforzándote en parecer devota.
Miley-.La iglesia estaba llena. No me fijé -intentando mantener la compostura, aunque el estómago le daba vueltas como si fuera una barca en medio de un remolino. Cassia siempre la había intimidado mucho y aún sentía por ella un miedo adolescente-. No sabía que conocieras a mi abuelo.

Cassia-.De veras que no? Desde hace mucho tiempo, mi padre ha trabajado para Demakis Internacional. Es un hombre muy poderoso -que se encontraba en su mejor forma, regaló a Miley una sonrisa enfermizamente sarcástica-. Aunque todavía no se ha leído el testamento, todos sabemos que Theo le ha dejado todo a los primos de su primera esposa que viven en Alemania. No necesitan el dinero y dejarán los negocios en manos de los actuales responsables. Muy conveniente para nosotros. No tanto para ti.

Puesto que Miley nunca había tenido la menor esperanza de heredar de su abuelo, el desprecio de Cassia no tuvo efecto en ella.
Miey-.Puedes pensar lo que quieras.
Cassia-.Oh, por supuesto que lo hago -rió Cassia-. Me asombra que te comportes como si la casa fuese tuya. ¿De quién fue la triste idea de hacerte pasar por anfitriona? Después de todo, eras persona no grata aquí dentro mientras Theo seguía con vida.
Miley-.Lo que me asombra a mi es que todavía me odies tanto. Los últimos ocho años deben haber sido muy vacíos para ti si todavía sientes tanta amargura por que Nick y yo nos casáramos...
Cassia-.Y qué clase de matrimonio es el vuestro? -estalló en un ataque de furia, con sus delicadas mejillas llenas de rubor-. ¡Una farsa! Eso es lo que es. Le hice un favor cuando me aseguré de que no pudiera cumplir en la noche de bodas. El pobre y hermoso Nick, obligado a casarse con alguien como tú...
Miley-.Que te aseguraste de...? su suave mirada se volvió tan dura como el acero.
Cassia-.Por supuesto -no podía ocultar su sensación de triunfo-. ¿Quién si no crees que echó la pastilla en su bebida cuando no miraba?

Miley tembló de rabia. Y entonces recordó lo mucho que Nick la había alabado por su forma de mantener la compostura en público. Su abuelo acababa de fallecer: era un momento solemne y triste. Por otro lado, la violencia no era la respuesta más adecuada para situaciones difíciles. Respiró tan hondo como pudo y reprimió los instintos que sentía.
Gregoly-.Señora Angelis... -apareció en el momento más oportuno-. ¿Quiere acompañarme a la biblioteca?

Se sorprendió al comprobar que ella era la única en la sala, además de los tres abogados.
Miley-.Dónde está el resto del mundo?
Gregoly-.No hay otros beneficiarios -le dijeron y, antes de que pudiera comprender el significado de dicha afirmación, se leyó el testamento.
Miley-.No lo entiendo
Gregoly-.Usted acaba de heredar todo el patrimonio de su abuelo. Es usted una mujer muy rica, señora Angelis -respondió el señor Lelas.
Miley-. ¿Y qué hay de los primos de Alemania? -dijo con voz débil.
Gregoly-.Una tapadera que se inventó su abuelo. Usted ha sido la heredera legal del holding Demakis desde el día en que su padre, Apollo, murió.

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