Fue tan grande el silencio que siguió
a la pregunta de Nick que, si una pluma se hubiera posado sobre el suelo en ese
momento, habría sonado tan fuerte como una roca.
Estupefacta Miley abrió la boca para
responder y, al momento, la cerró de nuevo tras descubrir que, Nick tenía la
mirada absorta en sus labios. Miley examinó cada uno de sus gestos,
incapaz de creer lo que estaba oyendo. No podía haber dicho lo que ella acababa
de escuchar. Y si de verdad había dicho eso, sin duda Miley debía de haberlo
interpretado mal.
Consciente de que sus legendarias
habilidades de negociación le habían traicionado esa vez, Nick intentó
recuperar su ventaja.
Nick-.Piensa en ello. Hace ocho años
no éramos más que unos adolescentes. Así que hicimos lo que teníamos que hacer y
luego cada uno continuó por su lado. Ni siquiera intentamos vivir juntos. Pero
ahora somos adultos y hemos aprendido más de la vida.
Miley sintió como si un cohete
fuera a salir disparado de su interior. Cerró firmemente sus ojos. ¿Qué
demonios le pasaba a Nick? Ocho años después de haber roto su corazón en mil
pedazos con su habitual indiferencia, Nick estaba intentando dar una
oportunidad a su matrimonio como si tratara de salir a comprar un par de
zapatos nuevos. A Miley le entraron ganas de gritar, pero jamás se
rebajaría a hacerlo antes de tener la oportunidad de reprocharle a Nick su
increíble osadía. ¿Cómo atrevía a ofrecerle ahora lo que más había ansiado
hacía ocho años? Miley pensó en las cosas que guardaba en el interior del
baúl de madera que se encontraba en un rincón justo detrás de Nick. El corazón
de Miley empezó a galopar y a punto estuvo de pararse al notar cómo
regresaban las viejas angustias. Ella no era lo suficientemente alta ni
atractiva ni delgada para un hombre que hacía que se girasen por la calle tanto
las cabezas de las mujeres como las de los hombres.
Miley-.No, gracias -contestó como si
acabara de rechazar una bebida.
Nick no podía dar crédito a la manera
con la que Miley lo estaba rechazando. Estaba sacándolo de quicio, pensó
Nick lleno de ansiedad. En lo más profundo de sí mismo, siempre había guardado
la esperanza de que algún día sentara la cabeza con Miley. Algún día. Nunca
había dudado de ello. Nunca había sentido siquiera la necesidad de pensar en
ello. Sabía que Miley le esperaría. Que esperaría, con la paciencia que
caracterizaba a una mujer inteligente como ella, a que él estuviera por fin
preparado para comprometerse.
Nick-. Piensa en lo que estás diciendo.
Se trata de ti, de mí y del hecho de que ya estamos casados.
Miley-.Sólo sobre el papel...
Nick-.Pero podríamos hacer que fuera
real...-dijo lentamente, con su profunda entonación griega.
Sólo Dios sabía cuánto se había
esforzado siempre Miley por resistirse al intenso carisma de Nick. Hubo un
tiempo en el que una ocasional sonrisa de Nick, o incluso un matiz de ternura
en sus ojos, había bastado para hacer que el corazón de Miley se
desbocara. Pero ese tiempo había pasado, se dijo Miley sin compasión.
Miley-.No quiero hacerlo real.
Nick tocó a Miley con sus firmes
manos y ella se dejó estrechar entre sus brazos. Bajo el pecho de Miley
latía con fuerza su corazón. Algo en su interior le pedía que diese un paso
atrás, que se echara a reír y que se retirara con estilo. Sin embargo, había un
problema: no quería. Una pequeña voz emergió del subconsciente para decirle que
tenía perfecto derecho a dejarse llevar por la curiosidad y averiguar qué era
lo que sentía al tenerle cerca, pecho contra pecho.
Nck-.Puede que yo no sea lo que se
dice un romántico... pero, en otros aspectos, soy bastante bueno -ronroneó
Miley-.Eres demasiado modesto -estaba
tan tensa, tan embargada por la expectación, que apenas podía respirar.
Oprimida por una intensa confusión, era incapaz de pensar. Se sumergió en el
tacto de los largos y broncíneos dedos de Nick, que le recorrían las mejillas
para zambullirse después en la cabellera. Le levantó ligeramente el rostro para
poder estudiarla mejor con sus impresionantes ojos dorados.
Nick-.La humildad no gana batallas
-bajó su arrogante mirada-. Si huyes esta vez, iré tras de ti...
Se formó un nudo en el estómago de Miley.
Apretó los muslos y las cimas de sus pechos se desbordaron en una oleada de
sensaciones; las rosadas cumbres, prisioneras de un placentero hormigueo. Un
cálido color inundó sus mejillas. La boca de Nick invadió sus labios. Tuvo una
sensación de intimidad desconocida hasta entonces para ella. Le agarró por la
solapa de la chaqueta para permanecer erguida. Bum-bum-bum, marcaba el ritmo su
corazón. La lengua de Nick asaltó la tierna plenitud de sus labios y aguijoneó
a Miley con una sensación tan placentera que la hizo temblar. Quería más.
El cuerpo de Miley era como un muelle demasiado apretado. Quería ahogarse
en el dulce y depravado placer que Nick le ofrecía y olvidarse de su orgullo de
una vez por todas. Pero, al estrecharla él con sus fornidos brazos, se golpeó
el talón contra un baúl de madera que había en un rincón y una fría vergüenza
hizo presa de ella. De repente, fue dolorosamente consciente de su apetito
carnal y de su debilidad.
Miley escapó de su abrazo y se
tambaleó contra la pared tratando de calmarse. Intentaba ignorar la demoledora
sensación de pérdida que experimentaba.
Nick-.Te ocurre algo? -respirando
profundamente, resistió un ansia salvaje que le pedía reclamar el cuerpo de Miley
como si fuera un hombre de las cavernas.
Miley se sentía avergonzada. Le
resultaba imposible mirarlo. «Lo que me ocurre está en el baúl del rincón»,
pensó amargamente. Se preguntó si Nick se había dado cuenta del terremoto que
estaba ocurriendo en su interior.
Miley-.No debí haber dejado que
ocurriera...
Nick-.Por qué no?
Miley-.Porque quiero el divorcio.
Nick-.Por qué?¿Hay algún otro hombre
en tu vida?
La pregunta de Nick le sorprendió
tanto que casi la hizo estallar en
carcajadas. La cabeza le daba
vueltas: el deseo de Nick de hacer real su matrimonio había pillado a Miley
por sorpresa. El beso, aunque breve, había supuesto una sobrecarga para su
sistema nervioso.
Miley-.Si hubiera algún hombre, eso
no sería asunto tuyo -dijo Miley.
Nick-.Theos!... ¡Por supuesto que
sería asunto mío! -le espetó, cambiando sus palabras de terciopelo por otras
impregnadas en cólera.
Ésa era justo la provocación
que Miley necesitaba. Echando a Nick a un lado, levantó la tapa del baúl y
extrajo de su interior unos cuadernos y álbumes de fotografías. Se dio la
vuelta y los lanzó a los pies de Nick.
Miley-.No, las mujeres que hay en
estas páginas sí que son asunto tuyo... Yo, en cambio, no lo soy y nunca lo seré
-le advirtió
El silencio se hizo entre ambos.
Nick-.Qué es esto? -hojeó uno de los
cuadernos. No quería abrirlo, pero la cobardía no era su estilo y empezó a
pasar páginas. Le llamaron la atención los recortes de revistas del corazón,
artículos de dominicales, y foto tras foto de él con otras mujeres. Sintió
náuseas. -¿Has estado coleccionando esto?
Miley-.Era una estupenda terapia de
aversión -cruzó los brazos a la defensiva.
Nick-.No estábamos viviendo juntos.
Nunca hemos vivido juntos como marido y mujer -replico, con su carácter ya de
vuelta al verse rodeado de aquellas irrefutables pruebas de su mujeriega
reputación-. Pero si te hubiera tenido entonces, no habría necesitado esa clase
de entretenimientos.
«¿Entretenimientos? ¡Piensa en las mujeres
como si fueran juguetes! ¡Distracciones agradables para pasar el rato!», pensó Miley.
Liam tenía razón: Nick era un magnate griego a la vieja usanza. Un mujeriego
irredento con doble moral. «Es tan típico de Nick pensar que una mujer sólo
quiere el divorcio cuando ha encontrado a otro hombre en su vida. Quizá la
sinceridad sea la mejor solución»
Desbordada por las emociones y con el
sabor de Nick todavía en sus labios, Miley estaba dispuesta a suavizar las
cosas y devolver la normalidad a la situación.
Miley-.No hay nadie más. No te lo
quería decir todavía, pero he hecho ciertos planes que no puedo llevar a cabo
si no nos divorciamos.
Nick-.Qué clase de planes?
Miley-.Quiero...-dudó por un momento,
pero al rato encontró valor para proseguir-. Quiero tener un hijo.
Nick-.¿Con quién? -se quedó
petrificado como una estatua.
Miley-.Yo sola. No es tan raro...Iré
a un banco de esperma -dijo con voz evasiva-. Y, sí, he estado pensándolo
mucho.
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Continua muy buena :)
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