8 AÑOS DESPUES
Nick-.N0 podré ir a tu fiesta -le
dijo a la mujer que estaba recostada sobre la cama mientras se ponía la
chaqueta del traje con la fluida elegancia que caracterizaba todos sus
movimientos.
****-.Por favor... te lo ruego...
-cubierta tan sólo por un albornoz de seda color turquesa, Olivia Culpo dio un
salto y envolvió el cuello de Nick con sus brazos, usando su esbelto cuerpo de
supermodelo como un arma letal de persuasión-. Quiero que estés allí.
Nick-.Nada de ataduras- le recordó,
irritado por su insistencia.
Su relación tenía una naturaleza muy
simple. No era exclusiva, ya que frecuentemente pasaban meses sin verse. Sólo
veía a Olivia cuando iba a París o Bruselas. Como complemento de Olivia, Nick
disfrutaba también de la compañía de una rubia islandesa en Nueva York y una
voluptuosa modelo rusa en Londres.
Olivia -Ésta es la primera vez que te
pido un favor -protestó la castana poniendo mala cara.
Nick se encogió de hombros. La chica
no tenía que habérselo pedido. Con lo que le daba, Nick ya era suficientemente
generoso con ella. Por otro lado, Olivia sabía cómo estaban las cosas tan bien
como él.
Olivia-.Tampoco pudiste venir el año
pasado!
Nick-.Tengo otra cita -su tono era
frío y entrecortado.
Nick entraba y salía de su vida según
le venía en gana. Sin dar explicaciones ni excusas. Así había sido el acuerdo
entre ambos. Nick no deseaba otra cosa. Y mucho menos la idea de que lo exhibieran como un trofeo en
alguna fiesta de celebridades. Sería una indiscreción, ya que su simple
aparición en cualquier fiesta de postín era garantía de fotos y comentario en
las columnas de cotilleo de las revistas del corazón. Nick admitió con
nostalgia que no siempre le había importado tanto la atención pública que su
vida atraía.
Olivia-.Sé a qué cita te refieres...
-furiosa por la manera en que la habían rechazado, lo miró con el ceño
fruncido.
Nick-.La limusina está esperando
-entrecerró sus oscuros ojos, sus hermosos rasgos quedaron, de repente, rígidos
e impasibles.
Olivia-.Es su cumpleaños, ¿no es así?
El cumpleaños de tu esposa -le espetó
Nick-.Tengo que irme -la brillante
mirada de guardaba una reservada frialdad. Se limpió con la mano su abrigo de
cachemira y se dirigió hacia la puerta.
Olivia-.Vi una foto suya en una
revista. Llevaba puesto un gorro de lana y unas horribles botas de agua
estampadas con flores. Tenía un conejo en los brazos... ¿Cómo es posible que la
prefieras a ella? -sollozó melodramáticamente.
Pálido de furia bajo su broncínea
piel, Nick se demoró el tiempo suficiente para advertirle de que su relación
había acabado y que no la visitaría jamás. Con un destello tormentoso en su
fría mirada, entró en la limusina. Las botas de flores habían sido uno de los
pocos regalos con éxito que había conseguido hacer a su esposa. ¿Cómo se
atrevía Olivia a reírse de ella? Nunca hablaba de Miley con nadie, ni siquiera
con su familia. Pero el estado de su matrimonio despertaba bastante curiosidad.
Después de todo, llevaba casado casi ocho años y durante la mayor parte de ese
período de tiempo había vivido lejos de ella.
Sorprendentemente, el tiempo había
hecho poco por borrar de su memoria el recuerdo de su desastrosa boda. Cuando
recordaba el comportamiento que había tenido al final de la fiesta, se
apoderaba de él una sensación de culpabilidad totalmente ajena a su naturaleza.
Raramente se permitía pensar en ello: no se arreglaba nada haciéndolo. Había
tenido que aceptar el que Miley se negara a discutir el asunto. Nada más
podía hacerse. Por un lado, ella se había negado a escuchar siquiera las
explicaciones de Nick o a aceptar sus disculpas; por otro, él era demasiado
orgulloso como para admitir que no recordaba nada de lo que había ocurrido
durante la noche de bodas. Naturalmente, su falta de memoria le había causado
cierta preocupación. ¿Había caído tan bajo como para hacer pagar a Miley
en la cama por la injusticia de la que él se sentía víctima? ¿Había tratado a
Miley con brusquedad?
Dichas aprensiones masculinas
atormentaban todavía a Nick en sus momentos bajos y le hacían sentir la fría
puñalada de un presentimiento, puesto que conocía sus defectos demasiado bien.
Tenía un temperamento endiablado. Era demasiado duro y, recientemente, le
habían llamado, con frecuencia, insensible y cruel. Para tratar con Theo
Demakis era necesario ser esas dos cosas a la vez. De no haberse mostrado
fuerte y despiadado, todavía estaría dependiendo de la buena voluntad del
abuelo de su esposa. Muy al contrario, Nick había devuelto ya el dinero de las
deudas de su padre, dejando a su familia en una posición financiera segura.
Había comprado de vuelta su independencia.
Había pocas personas que le
importaran verdaderamente. Mientras que se mostraba totalmente dispuesto a
hacer cualquier cosa por ayudar a esos pocos, permanecía indiferente hacia los
problemas del resto. En cuanto a Miley, intentaba hacer con ella un gran
esfuerzo por ser un hombre más dulce, amable y compasivo de lo que en la vida
real podía ser. El temperamento de Miley era diametralmente opuesto al
suyo. Miley no era agresiva ni astuta. Al contrario, la maldad humana
siempre sorprendía a Miley, que vivía ateniéndose a las más elementales reglas
de convivencia. Altruista, generosa y simpática, había estudiado para obtener
un título de enfermera veterinaria y ahora dedicaba su tiempo libre a cuidar de
los animales en el refugio que dirigía. Entre bambalinas, él intentaba
protegerla de todos los que intentaran aprovecharse de su naturaleza confiada.
Era natural que se preocupara por ella: al fin y al cabo, era su esposa. Quizá
hubiera llegado la hora de poner fin a la separación entre ambos, admitió Nick
con pereza.
Miley se levantó a las seis de
la mañana el día de su cumpleaños y, como siempre, dejó caer su mirada sobre la
fotografía de Nick que ocupaba un lugar de honor en la mesilla de noche: sus
oscuros cabellos alborotados por la lluvia, sus impresionantes ojos negros
centelleando, su blanca y perfecta dentadura sonriendo mientras se secaba en la
cocina. Le había sacado la foto el año anterior, durante una de sus visitas
relámpago. Tenía álbumes enteros llenos de fotos, recortes de la prensa rosa y
todo tipo de recuerdos de Nick. Durante mucho tiempo se había comportado como
una adolescente, asumiendo el cargo de presidenta de un club secreto de fans de
un solo miembro.
Aunque sólo lo veía unas pocas veces
al año, Nick había sido todo ese tiempo el centro de su mundo. Su voz tranquila
y parsimoniosa al teléfono, así como la enfermera que se había empeñado en
contratar, habían animado a Miley durante el largo y lento declive de su
madre y su posterior muerte el año anterior. Había disfrutado de unos cuantos
días en Londres, quedando con él para comer y para visitar sus nuevos edificios
de oficinas o sus más recientes adquisiciones comerciales. Aunque nunca habían
vivido juntos como marido y mujer, Miley se sentía orgullosa por haber
tenido la madurez suficiente para haberse sobrepuesto a la desilusión de la
noche de bodas y ganarse su confianza como amigo.
Sólo después de la muerte de Tish,
había empezado a pensar en sus propias necesidades y en lo que era mejor para ella.
Inmediatamente había empaquetado los álbumes para apartarlos de su vista.
Alimentar un mórbido interés por Nick y echar leña a ese fuego adolescente por
un amor no compartido no le estaba haciendo ningún favor. Habiéndose hecho a
esa idea, puso todas sus energías en su refugio de animales. Había superado su
añoranza por Nick y ése era un logro del que se sentía bien orgullosa.
Lentamente, pero a paso firme, se había dado cuenta de cuáles eran las cosas
que la hacían feliz. Había decidido que para ser completamente dichosa
necesitaba tener un hijo al que dedicar todo el amor que se sentía capaz de
ofrecer. Y, muy afortunadamente para ella, la ciencia médica hacía posible que
no tuviese que depender de Nick para cumplir sus deseos de maternidad.
Animada por la simple idea de ser
madre, Miley agarró la foto de Nick, abrió el cajón de la mesilla de noche
y la metió dentro. Antes de ponerse a pensar siquiera en tener un hijo debía
obtener el divorcio. Estaba preparada para dar ese paso. Una vez divorciados, Nick
desaparecería de su vida. Miley estaba convencida de que, si Nick seguía
manteniendo un contacto regular con ella, era sólo debido a un arraigado
sentido del deber y la responsabilidad. Pronto, algún día, desaparecería de su
vida...
Un inesperado golpe en la puerta del
dormitorio sacó a Miley de sus perturbadores pensamientos. Dottie, una
vigorosa y pequeña mujer de unos cincuenta años, apareció con una amplia
sonrisa y la bandeja del desayuno.
Miley-.Dottie... Por amor de Dios,
¡no era necesario que...!
Dottie-.Después de todo lo que ha
hecho la señora por Sam y por mí... ¡Es su cumpleaños! Disfrútelo. Hoy nosotros
daremos de comer a los animales...
Miley-.De ningún modo! Va a venir
Liam y también el veterinario. Tendrás bastante trabajo mientras estoy fuera.
En cualquier caso, haberme preparado el desayuno es más que suficiente.
Pero, por supuesto, Dottie y su
marido, Sam, los inquilinos de la pequeña casa de campo, le habían llevado
también una tarjeta de felicitación y un regalo para ella. Miley comenzó
la rutina del día más tarde de lo que estaba acostumbrada.
***-.Así que... hoy es el gran día
-comentó Liam cuando llegó para ayudarla-. ¿Lista para el despegue?
Miley-.Deja de tomarme el pelo -
lanzó una alegre mirada de reproche al rubio y alto profesor. Sirvió una mezcla
de salvado molido a una vieja pareja de asnos. El refugio disponía de unos
cuantos voluntariosos ayudantes, pero Liam Burleigh era el más asiduo y
competente. Vivía bastante cerca y en los últimos años se había convertido en su
mejor amigo-. Nick ni siquiera pestañeará cuando le cuente mis planes. Es
imperturbable...
Liam-.Cuando se trata de una decisión
propia, tal vez -intervino con ironía-. Pero me sorprendería mucho que fuera
igual de liberal en lo que respecta al estilo de vida de su esposa...
Miley-.Cielos, no me llames así –echó
un poco de zanahoria y manzana a la comida de los asnos antes de proseguir
hacia el siguiente techado para atender al zorro huérfano que le habían
traído-. No soy ni nunca seré la esposa de Nick...
Liam-.Y a pesar de eso, él se refiere
a ti como su esposa en las entrevistas...
Miley-.Es porque los periodistas le
hacen esas preguntas estúpidas e impertinentes y se ve forzado a fingir...
Liam-.Quizá no esté fingiendo. Podría
deberse tan sólo a que es un magnate griego chapado a la antigua y
absolutamente sexista...
Miley-.Nick no está chapado a la
antigua
Liam-.De verdad que no? Hay quienes
opinarían que aceptar un matrimonio de conveniencia por razones familiares es
algo bastante anticuado. Tiene también un harén de mujeres, pero eso no le
impide considerarte su esposa...
Miley-.Nick me considera una amiga,
aunque sospecho que hace unos años...-agachó la cabeza, deseando que Liam no
hubiese mencionado las amantes de su marido. Se le revolvía el estómago cuando
alguien hablaba sobre ese particular-; Bueno, entonces, Nick sabía lo que
sentía por él. Creo que ésa es la razón por la cual no solicitó el divorcio en
el momento en que se vio libre de mi abuelo.
Liam-.Realmente le pusiste las cosas
fáciles a Nick Angelis en lo que a eso respecta -meditó mientras observaba a
Miley ocupándose del cachorro-. ¿No te culpó tu abuelo por abandonar a tu
marido y volver a Inglaterra para ocuparte de tu madre?
Miley-.Para entonces, a mi abuelo no
le importaba ya un comino lo que hiciese -contestó sardónicamente.
Justo cuando Theo Demakis estaba a
punto de divorciarse de su esposa, ésta había anunciado que estaba embarazada.
Radiante por la idea de ser padre, Theo había perdido interés por la
descendencia de Nick y Miley. Por desgracia, el asunto había concluido de forma
funesta ya que las pruebas de ADN revelaron que el niño no era, en realidad,
hijo suyo. Tuvo lugar un divorcio muy amargo y la respuesta de Theo fue todo
menos educada cuando Miley le escribió con su mayor sinceridad para
ofrecerle sus simpatías.
Liam-.pero, como marido tuyo, puede
que Nick tenga una perspectiva muy diferente en su manera de ver tus actuales
planes -le advirtió-. Sólo te digo que tengas cuidado cuando le menciones lo
del banco de esperma...
Miley-.No pensaba decírselo todavía
-se sonrojó
Nick no llegaría hasta la una. Pero
una pareja que había solicitado adoptar un perro le hizo una visita y, para
cuando se marcharon, a Miley se le había hecho ya tarde. Se puso la falda
gris, la blusa y la chaqueta que reservaba para ocasiones especiales y empezó a
pintarse las uñas con prisa. Casi dio un grito cuando se le cayó el pincel
derramando esmalte de uñas sobre la blusa y la falda. Ya podía escuchar el
batir de aspas del helicóptero de Nick. Explorando un armario que no le ofrecía
muchas alternativas, eligió un vestido color cereza que usaba para el jardín y
se lo puso. Le llegaba hasta los tobillos, pero dejaba al descubierto sus
hombros y la mayor parte de sus brazos. Miró su reflejo en el espejo e hizo una
mueca. Desdobló una pashmina de color lila y se envolvió con ella como si se
estuviera preparando para una ventisca.
Le gustaba cubrirse por completo y
detestaba llevar puesta cualquier cosa que pudiera llamar la atención sobre su
cuerpo. En cierta ocasión, su madre había llorado inconsolablemente,
decepcionada porque su única hija no hubiera heredado su rubia y esbelta
belleza. Miley había aceptado su carácter hogareño y, por tanto, no
pensaba mucho en su aspecto. Medía un metro sesenta, tenía un busto generoso y
anchas caderas. Aunque la corpulencia que había tenido de adolescente había
desaparecido ya, Miley era consciente de que no tenía ninguna esperanza de
adquirir el aspecto esbelto, grácil y elegante que había imaginado en sus
fantasías adolescentes.
El helicóptero aterrizó en la pista
cercana a la casa. Nick, inmaculado en su traje gris marengo, surgió del
interior y se dirigió a la puerta principal. Otro hombre apareció por la puerta
del granero sosteniendo una bala de paja en sus brazos. Ambos intercambiaron
saludos. Nick llamó al timbre. Justo cuando iba a intentarlo de nuevo llamando
a la puerta trasera, Miley apareció, sin aliento y sonrojada.
Miley-.Nick...
Nick-.Miley...-se agachó para besarla
en ambas mejillas.
El cabello castaño de Miley
desprendía un delicado aroma a flores. Nick dio un paso atrás, sintiéndose
extrañamente incómodo con ella por primera vez en muchos años. Se preguntó si
debería mencionarle a Miley que las pashminas se deben llevar sueltas en
lugar de atadas, pero finalmente decidió no molestarse.
Miley recorrió el cuerpo
de Nick con sus ojos azules. Como siempre, la fascinaba. Los rayos del sol
resplandecían en su corto pelo negro, resaltando su espléndida estructura ósea
y sus oscuros y profundos ojos. Era increíblemente alto y
atractivo. Miley se quedó sin aliento, lo cual le molestó. No podía
permitirse sentir nada por Nick. La amistad era algo asexual y ella había
aceptado ese hecho mucho tiempo atrás
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Holaa Chicaas(: Graciaas por dejaar suus comentarioos,, Sigaan asii porfaas Graciaas Luna&Mimi laas amaan'♥