martes, 21 de octubre de 2014

DINASTIA GRIEGA CAP 5






8 AÑOS DESPUES

Nick-.N0 podré ir a tu fiesta -le dijo a la mujer que estaba recostada sobre la cama mientras se ponía la chaqueta del traje con la fluida elegancia que caracterizaba todos sus movimientos.
****-.Por favor... te lo ruego... -cubierta tan sólo por un albornoz de seda color turquesa, Olivia Culpo dio un salto y envolvió el cuello de Nick con sus brazos, usando su esbelto cuerpo de supermodelo como un arma letal de persuasión-. Quiero que estés allí.
Nick-.Nada de ataduras- le recordó, irritado por su insistencia.

Su relación tenía una naturaleza muy simple. No era exclusiva, ya que frecuentemente pasaban meses sin verse. Sólo veía a Olivia cuando iba a París o Bruselas. Como complemento de Olivia, Nick disfrutaba también de la compañía de una rubia islandesa en Nueva York y una voluptuosa modelo rusa en Londres.

Olivia -Ésta es la primera vez que te pido un favor -protestó la castana poniendo mala cara.
Nick se encogió de hombros. La chica no tenía que habérselo pedido. Con lo que le daba, Nick ya era suficientemente generoso con ella. Por otro lado, Olivia sabía cómo estaban las cosas tan bien como él.

Olivia-.Tampoco pudiste venir el año pasado!
Nick-.Tengo otra cita -su tono era frío y entrecortado.

Nick entraba y salía de su vida según le venía en gana. Sin dar explicaciones ni excusas. Así había sido el acuerdo entre ambos. Nick no deseaba otra cosa. Y mucho menos la idea de que lo exhibieran como un trofeo en alguna fiesta de celebridades. Sería una indiscreción, ya que su simple aparición en cualquier fiesta de postín era garantía de fotos y comentario en las columnas de cotilleo de las revistas del corazón. Nick admitió con nostalgia que no siempre le había importado tanto la atención pública que su vida atraía.
Olivia-.Sé a qué cita te refieres... -furiosa por la manera en que la habían rechazado, lo miró con el ceño fruncido.
Nick-.La limusina está esperando -entrecerró sus oscuros ojos, sus hermosos rasgos quedaron, de repente, rígidos e impasibles.
Olivia-.Es su cumpleaños, ¿no es así? El cumpleaños de tu esposa -le espetó
Nick-.Tengo que irme -la brillante mirada de guardaba una reservada frialdad. Se limpió con la mano su abrigo de cachemira y se dirigió hacia la puerta.
Olivia-.Vi una foto suya en una revista. Llevaba puesto un gorro de lana y unas horribles botas de agua estampadas con flores. Tenía un conejo en los brazos... ¿Cómo es posible que la prefieras a ella? -sollozó melodramáticamente.
Pálido de furia bajo su broncínea piel, Nick se demoró el tiempo suficiente para advertirle de que su relación había acabado y que no la visitaría jamás. Con un destello tormentoso en su fría mirada, entró en la limusina. Las botas de flores habían sido uno de los pocos regalos con éxito que había conseguido hacer a su esposa. ¿Cómo se atrevía Olivia a reírse de ella? Nunca hablaba de Miley con nadie, ni siquiera con su familia. Pero el estado de su matrimonio despertaba bastante curiosidad. Después de todo, llevaba casado casi ocho años y durante la mayor parte de ese período de tiempo había vivido lejos de ella.
Sorprendentemente, el tiempo había hecho poco por borrar de su memoria el recuerdo de su desastrosa boda. Cuando recordaba el comportamiento que había tenido al final de la fiesta, se apoderaba de él una sensación de culpabilidad totalmente ajena a su naturaleza. Raramente se permitía pensar en ello: no se arreglaba nada haciéndolo. Había tenido que aceptar el que Miley se negara a discutir el asunto. Nada más podía hacerse. Por un lado, ella se había negado a escuchar siquiera las explicaciones de Nick o a aceptar sus disculpas; por otro, él era demasiado orgulloso como para admitir que no recordaba nada de lo que había ocurrido durante la noche de bodas. Naturalmente, su falta de memoria le había causado cierta preocupación. ¿Había caído tan bajo como para hacer pagar a Miley en la cama por la injusticia de la que él se sentía víctima? ¿Había tratado a Miley con brusquedad?
Dichas aprensiones masculinas atormentaban todavía a Nick en sus momentos bajos y le hacían sentir la fría puñalada de un presentimiento, puesto que conocía sus defectos demasiado bien. Tenía un temperamento endiablado. Era demasiado duro y, recientemente, le habían llamado, con frecuencia, insensible y cruel. Para tratar con Theo Demakis era necesario ser esas dos cosas a la vez. De no haberse mostrado fuerte y despiadado, todavía estaría dependiendo de la buena voluntad del abuelo de su esposa. Muy al contrario, Nick había devuelto ya el dinero de las deudas de su padre, dejando a su familia en una posición financiera segura. Había comprado de vuelta su independencia.
Había pocas personas que le importaran verdaderamente. Mientras que se mostraba totalmente dispuesto a hacer cualquier cosa por ayudar a esos pocos, permanecía indiferente hacia los problemas del resto. En cuanto a Miley, intentaba hacer con ella un gran esfuerzo por ser un hombre más dulce, amable y compasivo de lo que en la vida real podía ser. El temperamento de Miley era diametralmente opuesto al suyo. Miley no era agresiva ni astuta. Al contrario, la maldad humana siempre sorprendía a Miley, que vivía ateniéndose a las más elementales reglas de convivencia. Altruista, generosa y simpática, había estudiado para obtener un título de enfermera veterinaria y ahora dedicaba su tiempo libre a cuidar de los animales en el refugio que dirigía. Entre bambalinas, él intentaba protegerla de todos los que intentaran aprovecharse de su naturaleza confiada. Era natural que se preocupara por ella: al fin y al cabo, era su esposa. Quizá hubiera llegado la hora de poner fin a la separación entre ambos, admitió Nick con pereza.


Miley se levantó a las seis de la mañana el día de su cumpleaños y, como siempre, dejó caer su mirada sobre la fotografía de Nick que ocupaba un lugar de honor en la mesilla de noche: sus oscuros cabellos alborotados por la lluvia, sus impresionantes ojos negros centelleando, su blanca y perfecta dentadura sonriendo mientras se secaba en la cocina. Le había sacado la foto el año anterior, durante una de sus visitas relámpago. Tenía álbumes enteros llenos de fotos, recortes de la prensa rosa y todo tipo de recuerdos de Nick. Durante mucho tiempo se había comportado como una adolescente, asumiendo el cargo de presidenta de un club secreto de fans de un solo miembro.
Aunque sólo lo veía unas pocas veces al año, Nick había sido todo ese tiempo el centro de su mundo. Su voz tranquila y parsimoniosa al teléfono, así como la enfermera que se había empeñado en contratar, habían animado a Miley durante el largo y lento declive de su madre y su posterior muerte el año anterior. Había disfrutado de unos cuantos días en Londres, quedando con él para comer y para visitar sus nuevos edificios de oficinas o sus más recientes adquisiciones comerciales. Aunque nunca habían vivido juntos como marido y mujer, Miley se sentía orgullosa por haber tenido la madurez suficiente para haberse sobrepuesto a la desilusión de la noche de bodas y ganarse su confianza como amigo.
Sólo después de la muerte de Tish, había empezado a pensar en sus propias necesidades y en lo que era mejor para ella. Inmediatamente había empaquetado los álbumes para apartarlos de su vista. Alimentar un mórbido interés por Nick y echar leña a ese fuego adolescente por un amor no compartido no le estaba haciendo ningún favor. Habiéndose hecho a esa idea, puso todas sus energías en su refugio de animales. Había superado su añoranza por Nick y ése era un logro del que se sentía bien orgullosa. Lentamente, pero a paso firme, se había dado cuenta de cuáles eran las cosas que la hacían feliz. Había decidido que para ser completamente dichosa necesitaba tener un hijo al que dedicar todo el amor que se sentía capaz de ofrecer. Y, muy afortunadamente para ella, la ciencia médica hacía posible que no tuviese que depender de Nick para cumplir sus deseos de maternidad.
Animada por la simple idea de ser madre, Miley agarró la foto de Nick, abrió el cajón de la mesilla de noche y la metió dentro. Antes de ponerse a pensar siquiera en tener un hijo debía obtener el divorcio. Estaba preparada para dar ese paso. Una vez divorciados, Nick desaparecería de su vida. Miley estaba convencida de que, si Nick seguía manteniendo un contacto regular con ella, era sólo debido a un arraigado sentido del deber y la responsabilidad. Pronto, algún día, desaparecería de su vida...
Un inesperado golpe en la puerta del dormitorio sacó a Miley de sus perturbadores pensamientos. Dottie, una vigorosa y pequeña mujer de unos cincuenta años, apareció con una amplia sonrisa y la bandeja del desayuno.

Miley-.Dottie... Por amor de Dios, ¡no era necesario que...!
Dottie-.Después de todo lo que ha hecho la señora por Sam y por mí... ¡Es su cumpleaños! Disfrútelo. Hoy nosotros daremos de comer a los animales...
Miley-.De ningún modo! Va a venir Liam y también el veterinario. Tendrás bastante trabajo mientras estoy fuera. En cualquier caso, haberme preparado el desayuno es más que suficiente.

Pero, por supuesto, Dottie y su marido, Sam, los inquilinos de la pequeña casa de campo, le habían llevado también una tarjeta de felicitación y un regalo para ella. Miley comenzó la rutina del día más tarde de lo que estaba acostumbrada.

***-.Así que... hoy es el gran día -comentó Liam cuando llegó para ayudarla-. ¿Lista para el despegue?
Miley-.Deja de tomarme el pelo - lanzó una alegre mirada de reproche al rubio y alto profesor. Sirvió una mezcla de salvado molido a una vieja pareja de asnos. El refugio disponía de unos cuantos voluntariosos ayudantes, pero Liam Burleigh era el más asiduo y competente. Vivía bastante cerca y en los últimos años se había convertido en su mejor amigo-. Nick ni siquiera pestañeará cuando le cuente mis planes. Es imperturbable...
Liam-.Cuando se trata de una decisión propia, tal vez -intervino con ironía-. Pero me sorprendería mucho que fuera igual de liberal en lo que respecta al estilo de vida de su esposa...
Miley-.Cielos, no me llames así –echó un poco de zanahoria y manzana a la comida de los asnos antes de proseguir hacia el siguiente techado para atender al zorro huérfano que le habían traído-. No soy ni nunca seré la esposa de Nick...
Liam-.Y a pesar de eso, él se refiere a ti como su esposa en las entrevistas...
Miley-.Es porque los periodistas le hacen esas preguntas estúpidas e impertinentes y se ve forzado a fingir...
Liam-.Quizá no esté fingiendo. Podría deberse tan sólo a que es un magnate griego chapado a la antigua y absolutamente sexista...
Miley-.Nick no está chapado a la antigua
Liam-.De verdad que no? Hay quienes opinarían que aceptar un matrimonio de conveniencia por razones familiares es algo bastante anticuado. Tiene también un harén de mujeres, pero eso no le impide considerarte su esposa...
Miley-.Nick me considera una amiga, aunque sospecho que hace unos años...-agachó la cabeza, deseando que Liam no hubiese mencionado las amantes de su marido. Se le revolvía el estómago cuando alguien hablaba sobre ese particular-; Bueno, entonces, Nick sabía lo que sentía por él. Creo que ésa es la razón por la cual no solicitó el divorcio en el momento en que se vio libre de mi abuelo.
Liam-.Realmente le pusiste las cosas fáciles a Nick Angelis en lo que a eso respecta -meditó mientras observaba a Miley ocupándose del cachorro-. ¿No te culpó tu abuelo por abandonar a tu marido y volver a Inglaterra para ocuparte de tu madre?
Miley-.Para entonces, a mi abuelo no le importaba ya un comino lo que hiciese -contestó sardónicamente.
Justo cuando Theo Demakis estaba a punto de divorciarse de su esposa, ésta había anunciado que estaba embarazada. Radiante por la idea de ser padre, Theo había perdido interés por la descendencia de Nick y Miley. Por desgracia, el asunto había concluido de forma funesta ya que las pruebas de ADN revelaron que el niño no era, en realidad, hijo suyo. Tuvo lugar un divorcio muy amargo y la respuesta de Theo fue todo menos educada cuando Miley le escribió con su mayor sinceridad para ofrecerle sus simpatías.
Liam-.pero, como marido tuyo, puede que Nick tenga una perspectiva muy diferente en su manera de ver tus actuales planes -le advirtió-. Sólo te digo que tengas cuidado cuando le menciones lo del banco de esperma...
Miley-.No pensaba decírselo todavía -se sonrojó

Nick no llegaría hasta la una. Pero una pareja que había solicitado adoptar un perro le hizo una visita y, para cuando se marcharon, a Miley se le había hecho ya tarde. Se puso la falda gris, la blusa y la chaqueta que reservaba para ocasiones especiales y empezó a pintarse las uñas con prisa. Casi dio un grito cuando se le cayó el pincel derramando esmalte de uñas sobre la blusa y la falda. Ya podía escuchar el batir de aspas del helicóptero de Nick. Explorando un armario que no le ofrecía muchas alternativas, eligió un vestido color cereza que usaba para el jardín y se lo puso. Le llegaba hasta los tobillos, pero dejaba al descubierto sus hombros y la mayor parte de sus brazos. Miró su reflejo en el espejo e hizo una mueca. Desdobló una pashmina de color lila y se envolvió con ella como si se estuviera preparando para una ventisca.
Le gustaba cubrirse por completo y detestaba llevar puesta cualquier cosa que pudiera llamar la atención sobre su cuerpo. En cierta ocasión, su madre había llorado inconsolablemente, decepcionada porque su única hija no hubiera heredado su rubia y esbelta belleza. Miley había aceptado su carácter hogareño y, por tanto, no pensaba mucho en su aspecto. Medía un metro sesenta, tenía un busto generoso y anchas caderas. Aunque la corpulencia que había tenido de adolescente había desaparecido ya, Miley era consciente de que no tenía ninguna esperanza de adquirir el aspecto esbelto, grácil y elegante que había imaginado en sus fantasías adolescentes.
El helicóptero aterrizó en la pista cercana a la casa. Nick, inmaculado en su traje gris marengo, surgió del interior y se dirigió a la puerta principal. Otro hombre apareció por la puerta del granero sosteniendo una bala de paja en sus brazos. Ambos intercambiaron saludos. Nick llamó al timbre. Justo cuando iba a intentarlo de nuevo llamando a la puerta trasera, Miley apareció, sin aliento y sonrojada.

Miley-.Nick...
Nick-.Miley...-se agachó para besarla en ambas mejillas.

El cabello castaño de Miley desprendía un delicado aroma a flores. Nick dio un paso atrás, sintiéndose extrañamente incómodo con ella por primera vez en muchos años. Se preguntó si debería mencionarle a Miley que las pashminas se deben llevar sueltas en lugar de atadas, pero finalmente decidió no molestarse.
Miley recorrió el cuerpo de Nick con sus ojos azules. Como siempre, la fascinaba. Los rayos del sol resplandecían en su corto pelo negro, resaltando su espléndida estructura ósea y sus oscuros y profundos ojos. Era increíblemente alto y atractivo. Miley se quedó sin aliento, lo cual le molestó. No podía permitirse sentir nada por Nick. La amistad era algo asexual y ella había aceptado ese hecho mucho tiempo atrás

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