Miley abrió
la carta de su procurador, el señor Bullen, y sus expresivos ojos se abrieron de
par en par mientras la leía.
Miley-.No puedo creerlo!
Liam-.Qué es lo que no puedes creer?
-con una taza de té en una mano, estaba intentando echar del sofá de la cocina
a los dos adormilados perros de Prudence.
Miley-.Nick! -conocida por su apacible
naturaleza tolerante, caminaba por la cocina de arriba abajo furiosa-. Mi
procurador ni siquiera ha tramitado todavía mi petición de divorcio, y sin
embargo el equipo de abogados de Nick ya se ha puesto en contacto con él.
Liam-.Para qué?
Miley-.Para informarle de que Nick no
tiene intención de concederme el divorcio... ¿Cómo es capaz de hacerme esto?
¡Sin su consentimiento, tendré que esperar cinco años para ser libre!
Liam-.Ya te dijo que no quería
divorciarse -le recordó con agudeza
Miley se
quedó mirando fijamente el viejo jarrón que había encima de la mesa. Estaba
lleno a rebosar de rosas rojas y blancas. De hecho, no había habitación en la
casa que no estuviera llena de flores puesto que Nick le había estado mandando
un nuevo ramo cada día durante las dos semanas que habían pasado desde su
cumpleaños. Sin duda, era su secretaria quien le había organizado la
extravagante agenda floral, pensó con perspicacia. A un nivel más personal, sin
embargo, Nick la había llamado y ella le había dejado hablando con el
contestador automático. Al final, él había volado de nuevo para verla. En el
instante en que oyó el batir de las aspas del helicóptero, se apresuró a entrar
en su coche y se fue a toda velocidad. Después de todo, ¿acaso tenía algo más
que decirle? Sólo ahora se estaba dando cuenta del error en su razonamiento y
de lo estúpido que era utilizar tácticas de evasión con alguien tan dado a la
confrontación como Nick.
Pero Miley todavía no tenía idea de por qué se estaba comportando Nick de ese modo.
¿Por qué obstaculizaba sus intentos de obtener el divorcio? Habían vivido vidas
separadas desde el día de su matrimonio. Miley había prestado oídos sordos a los argumentos que él le había dado dos
semanas antes: asumía que era su cantinela habitual con las mujeres, es decir,
fingir que se preocupaba por ella cuando realmente no le importaban sus
sentimientos en absoluto. Ahora estaba empezando a pensar que tal vez Nick iba
en serio en cuanto a su negativa a conceder el divorcio. Tal vez había sido un
error acostarse con él. El tórrido recuerdo de ese día hizo que su rostro
enrojeciera. ¿Había sido, tal vez, su debilidad pasajera lo que había
endurecido la actitud de Nick?
Miley-.Sigues pensando en ir luego a
Londres para asistir a esa conferencia? -le preguntó a Leo.
Asintió y, a continuación, preguntó:
Leo-.Por qué?
Miley-.Si Nick no está ocupado, quizá te
pida que me acerques a Londres.
Subio a su habitacion y le llamo
Miley-.Nick?...
Con gesto perentorio, Nick pidió a sus
trabajadores que se fueran. Se formó una sonrisa en su atractivo rostro, ya que
había estado esperando su llamada. Se apoyó en la mesa de granito pulimentado
con una relajada actitud que hubiera enfurecido a Miley si ésta lo hubiera visto.
Nick-.Cómo estás? -preguntó
Miley-.No demasiado bien, la verdad
-le confió con sinceridad-. Estaré en Londres esta tarde. ¿Podemos vernos y
hablar?
Nick-.A las cuatro en punto en mi
apartamento -propuso con un tono de satisfacción plena-. Tengo muchas ganas de
verte.
Miley había tenido dos semanas
para pensar las cosas detenidamente, reflexionó Nick. Ahora Miley sabía
que le sería imposible obtener el divorcio a corto plazo. Así que, ¿por qué iba
ella a intentar echar por tierra la buena relación que ellos dos siempre habían
tenido? Con toda seguridad ahora estaría más dispuesta a apreciar lo buen
marido que él podía llegar a ser. Si elegía serlo, claro está. Y si, como le
había echado en cara, ella había querido que él lo hubiese sido hacía ocho
años, ¡que se hubiera comportado entonces como una esposa de verdad en lugar de
echar a correr en cuanto encontraba la mínima oportunidad!
Para Nick había sido un suplicio
seguir una estrategia de espera con Miley durante dos semanas. Cuando
encontraba algún obstáculo, le gustaba actuar rápidamente y devolver los golpes
con fuerza. No quería el divorcio. Ya se lo había dicho, pero ella no quería
escucharle. Estaba reprimiendo su instinto agresivo natural en un paciente y
caballeroso intento de hacerle ver a Miley que estaba equivocada. No creía
que pudiera salir victoriosa.
Nick tenía que reconocer que, en
general, la gente no le creía demasiado cuando tocaba el tema del matrimonio.
Sus propios abogados apenas habían podido ocultar su sorpresa cuando Nick les
informó que utilizaría cualquier medio para impedir el divorcio que le
solicitaba su mujer. Y cuando Theo Demakis le había visitado para compadecerle
por la estupidez de Miley, a Nick le había disgustado tanto la insultante
manera que tenía de hablar de su nieta, que le dijo por fin lo que pensaba de
él. Como resultado de ese exceso de confianza, Nick esperaba que Demakis
International le declarara la guerra, puesto que Theo no era un hombre al que
le gustara recibir golpes sin devolverlos.
Cuando, por la tarde, Miley
subió al confortable coche de Liam, éste se encontraba hablando por el teléfono
móvil. Miley se comportó pacientemente mientras Liam hablaba con Stella,
la viuda de un amigo. Estaba explicándole qué era lo que tenía que hacer para
arreglar un escape en un radiador. Habían pasado dos años desde que el mejor
amigo de él muriera de cáncer, dejando sola a Stella con tres hijos. Liam
visitaba su casa con regularidad. Miley nunca le había preguntado a si
algún día se atrevería a decirle a Stella lo locamente enamorado que estaba de
ella. El gran secreto de Liam era que ya estaba enamorado de ella mucho antes
de que su amigo muriese.
Liam-.Iba a llamarte después... Ah,
de acuerdo -estaba diciendo con un tono forzadamente jovial-. No, por supuesto
que no te lo reprocho. Me parece fantástico que estés empezando a salir de
nuevo -colgó y arrancó el coche. -Stella va a salir esta noche con
unos amigos.
Miley-.Ya lo he oído.
Liam-.Es sólo el principio... Es una
mujer muy atractiva -suspiró-. En nada de tiempo se echará un novio.
Miley no dijo palabra. Liam se
encontraba en una terrible situación. Podía sentirse tentado a confesar a
Stella lo que sentía por ella y destruir, de ese modo, su actual relación con
ella. O, por otro lado, podía seguir callándoselo y sufrir mientras otro hombre
llenaba ese espacio vacío de la vida de Stella. No había respuesta fácil. Al
tiempo que le daba a Liam un apretón de simpatía en el brazo, Miley frunció el
ceño viendo que dos hombres estaban poniendo un cartel de «en venta» al lado de
la granja.
Liam-.Qué diablos están haciendo? ‼-exclamó
Miley salió del coche y se
dirigió a los trabajadores. Cuando les dijo que estaban poniendo el cartel en
la propiedad equivocada, le enseñaron un papel de una inmobiliaria en el que
aparecía listada su casa, la granja de Craighill. Miley usó el móvil para
llamar al jefe de los trabajadores, quien le sugirió que hablara del asunto con
el responsable de la inmobiliaria.
Liam conducía mientras Miley
intentaba ponerse en contacto con el responsable. No estaba disponible en ese
momento. Un agente inmobiliario le dijo que la granja de Craighill iba a ser
incluida en el catálogo de ventas el día siguiente. Miley puntualizó que
ella vivía allí y que no sabía nada del asunto, así que le pidió el nombre de
la persona que había puesto en venta la granja, pero el agente le contestó que
esa información era confidencial.
Miley-.Ya lo arreglaré más tarde con
el responsable -exasperada, dejó escapar un suspiro-. ¿Por qué no quiere
aceptar nadie la responsabilidad de este estúpido error?
Nick vivía en un enorme apartamento
en Londres con un jardín y una piscina en el ático. Miley había estado
allí muchas veces, pero nunca se había sentido como en casa con tanto
mobiliario de diseño, esculturas modernas y suelos de mármol. A Miley se
le pusieron los nervios de punta antes de salir del ascensor. Aunque había
resistido la tentación de arreglarse para la ocasión, a última hora había
decidido ponerse una falda larga de color marrón y un top de color crema que le
estaba demasiado ajustado como para sentirse cómoda. Pero iba a sentirse
cómoda, se aseguró a sí misma. Mientras pudiera suprimir los recuerdos de aquel
desafortunado episodio que tuvo lugar en su dormitorio y pudiera controlar su
temperamento, aún había posibilidades de recuperar la agradable relación que
hasta entonces había tenido con Nick.
Nick-.Miley...
Todo elegancia y sofisticación,
vestido con su traje gris claro, Nick cruzó el formidable recibidor para
saludar a Miley. Tenía un aspecto increíblemente atractivo: esbelto, agresivo y
con una sombría magnificencia.
A la mente de Miley acudió el
recuerdo de Nick desnudándose a su lado en la cama. Se sonrojó y se quedó donde
estaba.
Nick la agarró de la mano y condujo a
Miley a través de la habitación con una seguridad que cortaba la respiración.
Nick-.Ese top te sienta muy bien...
Miley-.No digas esas cosas! -le pidió,
consternada.
Nick se detuvo por un momento y la
miró.
Nick-.Todo es diferente ahora. No
puedes seguir fingiendo que no pasó nada
Miley-.Sí. Podemos, si queremos.
Nick-.Pero yo no quiero olvidar el
clímax más largo y excitante que he tenido nunca -pronunció Nick sucintamente-.
De hecho, me gustaría que...
Aterrada por la irresponsabilidad de
Nick, Miley le puso sobre el labio superior su dedo índice extendido.,
Miley-.Por favor... -le pidió.
Nick pasó la punta de su lengua por
el dedo de Miley y después por la palma de su mano mientras ella
permanecía en pie temblando. Sus pechos se alzaban y descendían cada vez que
tomaba aire y la sensación de que sus pezones empezaban a endurecerse le
resultaba insoportable. No podía dar crédito a lo que Nick estaba haciendo.
Estaba horrorizada y, a la vez, fascinada. Nick entrelazó sus dedos con los de
ella, alzó la cabeza y le dijo con voz grave:
Nick-.Así que yo quiero acostarme
contigo y tú quieres que hablemos...
Haciendo un heroico esfuerzo en la
lucha contra su agónico deseo, Miley se apartó de él.
Miley-.He venido aquí sólo porque le
dijiste a tus abogados que no me concederías el divorcio.
Nick-.Y, ¿cuál es la parte que no
entendiste de todo ese asunto? -preguntó con una seguridad insolente-. No tengo
intención de cambiar de parecer.
Miley-.Pero, ¿por qué? No puedo
entender por qué.
Nick-.Cuando me casé contigo, me casé
para lo bueno, para lo malo, hasta que la muerte nos separara. Eres mi esposa.
No dejaré que te divorcies de mí. Aunque, por supuesto, dentro de cinco años no
tendré otra opción...
Miley-.Pero no puedes pedirme que
detenga mi vida durante cinco años!
Nick-.Por supuesto que no te estoy
pidiendo eso -se dibujó una sonrisa en sus labios-. Al contrario, te aseguro
que soy mucho mejor que un banco de esperma...
Enfurecida por la bufonada de
Nick, Miley echó la cabeza hacia atrás para retirar el reluciente mechón
de cabello castaño que le había caído sobre su sonrojada mejilla.
Miley-.Eso es lo que a ti te
gustaría...
Nick-.No es que me guste. Es que sé
que lo soy. Por supuesto, el asunto sería bien distinto si te quisieras
divorciar por causa de otro hombre -le dijo con mucha suavidad y toda su
atención puesta en ella.
Miley-.De qué va todo esto? ¿Una
competición entre machos, o algo así? ¿Por qué no puedes aceptar simplemente
que ya no quiero estar casada contigo? -replicó con fiera sinceridad.
Nick-.Pero si nunca has estado casada
conmigo en el sentido habitual de la palabra -contraatacó con un implacable y
frío tono de voz.
Miley pudo sentir cómo le
inundaba poco a poco la emoción, como si fuera una marea peligrosa. Erguida,
con la espalda recta y la cabeza bien alta, caminó hacia la ventana,
esforzándose por mantener el control.
Miley-.Ni quiero estarlo! -espetó-.
Éramos amigos y eso me gustaba. Es lo único que podemos ser. Es lo único que
puedo soportar.
A pesar de que las lágrimas
amenazaban con surgir de sus ojos, Miley tenía una fe completa en lo que
le estaba diciendo. Nick necesitaba una mujer que se contentase con muestras
superficiales de cariño y mirara hacia otro lado cuando apareciese una de sus
amantes. Una esposa que aceptara el dinero y el estatus social como sustitutos
del corazón de Nick y de sus atenciones. Pero Miley sabía que ella no era
capaz de asumir ese papel. Nick era mujeriego hasta la médula. Le gustaban las
supermodelos y ninguna mujer común y corriente estaba a la altura de ellas.
Tenía que resistirse a Nick o de lo contrario todo eso iba a destrozarla. Esa
era la razón por la cual no quería dejarse tentar por la ilusión del matrimonio
real que le estaba ofreciendo.
Nick-.Te acostaste conmigo. Eso
cambió las reglas del juego
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